miércoles, 27 de agosto de 2008

Postre de fresa

Se vierte en el refractario una caja de crema de leche y se revuelve con dos tarritos de leche condensada.

[Se lamen los tarritos hasta la última gota]


Se prepara la gelatina de sabor tal como lo dice la caja.

[Se roba un poquito, bien del polvo, bien del líquido]


Se lavan las fresas y se les quita las hojitas de la parte superior. Se satisface la curiosidad de la gata por saber qué se está cocinando.

[Se muerde una que otra carnosa y olorosa fresa en este paso]


Se vierte este contenido en el refractario y se mezcla muy bien.

[Se prueba una fresa untada de la dulce mezcolanza sólo para degustar]


Se agregan las fresas en la composición y se deja enfriar antes de meter el recipiente en la nevera.

[Se puede robar otra fresa ya sazonada con todos los ingredientes]


Se sirve y se disfruta.

[Se saborea hasta el último pedacito de gelatina pegado en el plato]

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miércoles, 13 de agosto de 2008

Prueba psicológica

Una entrevista de trabajo más. Nunca, la última. No he tenido el cuidado de apuntar todas y cada una de las situaciones vividas en las tantas presentadas, que darían para publicar un libro completo. Fáciles, difíciles, repetitivas, interesantes, retadoras, graciosas. Para quienes quieran leer dos de estos relatos, los invito a ver los que hasta ahora he publicado en El Clavo, “187 preguntas. 188 respuestas”, y en esta Bitácora, “De verdades y mentiras”.

En ésta última entrevista, además de los tests de siempre, la Psicóloga me dio una oportunidad, algo nuevo en mi recorrido de baterías de selección. Me mostró dos imágenes para que a partir de ellas escribiera dos historias diferentes en poco tiempo. Fotocopias por supuesto, copias de las copias, como casi todos los cuestionarios piratas que he resuelto. La primera era la fotografía de un niño mirando un violín; la otra era una ilustración de un hombre desnudo colgado de una soga; o eso parecían…

A continuación cito el corto cuento que escribí (una aproximación de lo que recuerdo haber escrito) con la segunda de ellas.

Fulanita salió temprano del apartamento con algo de afán: le había cogido la tarde al despedirse más que cariñosamente de su novio Pepito. Antes de irse le había dejado preparando café para su desayuno. A pesar de la madrugada tan tenaz, habían tenido un delicioso encuentro sexual, con más ganas que pereza, disfrutando de ‘el mañanero’ como le llamaban jocosamente, con el que saludaban el nuevo día de vez en cuando. Pepito volvió a la cama y mientras esperaba a que estuviera listo el tinto, se quedó nuevamente dormido. Al cabo de un rato, un olor a quemado levantó apresuradamente a Pepito. La cafetera se había secado y luego fundido al seguir la estufa encendida, alcanzado a quemar lo que estaba alrededor. Las pequeñas llamas tomaron fuerza cuando llegaron hasta las cortinas, que se cayeron y propagaron aún más el fuego por todo el lugar, llegando al comedor, a la sala y bloqueando la puerta principal. El humo inundó el apartamento y Pepito se vio acorralado, no tenía por dónde salir si no era desde las alturas. Atando alrededor de la cama una vieja cuerda que tenía en el estudio para halar carros, se arriesgó a bajar desde lo alto de su ventana. En su desespero, sólo se dio cuenta de que estaba desnudo cuando los vecinos y chismosos le pasaban toallas y prendas para tapar su cuerpo. La calentura de Fulanita y Pepito se había vuelto realidad.

¿Qué resultados arrojará la prueba? ¿Le fue mejor a Pepito que a mí?
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miércoles, 6 de agosto de 2008

Secretos

"El silencio otorga"
"Ojos que no ven, corazón que no siente"
"A palabras necias, oídos sordos"
- Dichos populares -

Hay cosas que es mejor no saber.

Ni decir.

Ni escuchar.

Quizá, sospechar.

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