miércoles, 27 de mayo de 2009

Casi

I don't need to fight, to prove I'm right”.
Baba O' Riley, The Who.

Un estudiante reenvió ene-más-uno-veces más un correo electrónico, donde se pregunta cuál es la diferencia entre un 2,9 y un 3,0 para aprobar una materia. El siguiente caso muestra que sí hay diferencia cuando de sutilezas se trata.

Al otro lado del andén un perro corría atrás de una mancha negra, cerquitica, pegadito, a milímetros de un voraz mordisco que diera fin a su archienemigo que desapareció en la reja. Con el cambio de velocidad del perro, de mucho a nada, no sé a dónde dejó la inercia.

El perro seguía ladrando furiosamente, con rabia, para llamar a su colega canino para decirle que allá arriba estaba la presa, en el filo de la malla: el escurridizo gato no la había atravesado sino que se subió a ella de un solo brinco.

La pareja de gánsteres callejeros quería hacer justicia por su cuenta con ese gato entrometido. Pero éste, desde lo alto, con una risa sardónica, retaba a los chandosos a subir.


Más piedra les daba a los perros, y más duro le decían que bajara si era tan machito como para seguir encrespado: “¡cobarde!”, le aullaban.

Y bueno, haciendo las veces de abogado del… gato, obviamente me acerqué a mediar entre las dos partes, con algo de sesgo por mi veredicto, claro: “¡¡¡Chite, perro!!!”.


Con un segundo de ventaja a su favor, el gato no dudó en tirarse (cayó de pie, por supuesto), para continuar su huída. Ambos perros arrancaron de nuevo tras él, pero para cuando le dieron la vuelta, éste ya había desaparecido.

Lo curioso de la escena, aparte de la agilidad del felino, era que ese perro, el que por poquito, el que casicito lo agarra en sus fauces, tenía tres patas. Señoras y señores, con ustedes, ¡Mocho!


El casi del perro, con tres patas, es un 2,9; el casi del gato, con ayuda extra, es un 3,0. ¿Cuál es la diferencia? Una décima y un esfuerzo/ayuda adicional: ¿por qué un estudiante, en pleno uso de sus facultades, no lo-hace/se-la-gana?

Eso sí, todos aprendemos la lección.

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miércoles, 20 de mayo de 2009

Ghandi: 1 - Maquiavelo: 0

Por mucho tiempo la educación pública ha sufrido y sufrirá cualquier cantidad posible de inconvenientes económicos, achacados consecutivamente a las políticas del Gobierno de turno.

Y la forma en que han protestado los estudiantes de la mayoría de estas instituciones ha sido por la vía de los hechos, de la protesta que inicia pasiva y termina violenta, con consecuencias lamentables para todas las partes directa, indirecta o indiferentemente relacionadas.

En estos casos, Maquiavelo no tiene cómo defenderse: sus medios no se justifican por ningún motivo.



Las Sedes Regionales de la Universidad del Valle están pasando actualmente por una escasa, incierta y descuidada situación financiera. En aras de llamar la atención de las entidades del Estado competentes, los estudiantes de la Sede Buga decidieron manifestarse a su manera, la buena manera, la simbólica, la pacífica, la imaginada, la que se espera de quienes sí están recibiendo un mínimo de educación social, cultural, ambiental y política.



Profesores y estudiantes decidieron sacar los pupitres a la plazoleta de la Basílica del Señor de los Milagros para recibir las clases allí, en el corazón comercial y religioso de la ciudad.

El propósito es mostrar una universidad sin techos, sin paredes, abierta y pública para quienes sí quieren continuar formándose como personas y profesionales.



Y esta manifestación también transmite, oportunamente localizado y de carambola, un mensaje de fe: que les hagan el milagrito de continuar con la Universidad. Así de difícil está la cosa. Hasta Ghandi rezaría por esta causa.

Cero violencia: que así sea.

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miércoles, 13 de mayo de 2009

¿Por qué no?

Yo sé que soy de tu agrado
no niegues en darme el sí
que yo te he ofrecido a ti
un matrimonio sagrado

En Vicky, Cristina, Barcelona (España – Estados Unidos, 2008), Woody Allen muestra la eterna disputa entre la razón, el corazón y el cuerpo en una trama que enreda, o más bien, desata, a todos sus personajes. De una de ellas, en particular, quiero hacer precisión: Vicky.

No más porque me enamoro
se ponen a dar querella
total, las palmas son más altas
y los puercos comen de ellas

Es hermosa, inteligente, sensata y está a punto de casarse con el hombre de su vida, buen mozo, cariñoso, adinerado y enamorado. En su viaje de verano a Barcelona, sin embargo, ella vive en carne propia y en ejemplo ajeno la angustia por decidir racional o emocionalmente qué hacer con su futura vida.

No quieren que yo te quiera
me tienen impedimento
y no me dejan salir
de la puerta al aposento

Sus planes inmediatos de matrimonio son cuestionados por sus propios sentimientos y emociones en el momento en que conoce a Juan Antonio, encantador y desconcertante, que logra despertar en ella los cinco centavitos de pasión que le hacen falta a su novio americano. Adicionalmente, Judy, la señora quien la hospeda en la ciudad, vive un matrimonio ideal con su esposo Mark, pero en el fondo se siente presa de un amor tan perfecto que ya no le gusta, y añorando una indecisión del pasado, tiene un affaire con un tipo después de tanto tiempo de gozar de un buen esposo.

Créame que mucho lo siento
pero qué dirán de mí
tengo un amor de pasión
por eso es que a otro yo
no le puedo dar el sí

Al final, Vicky decide quedarse con su novio a pesar de sentirse cautivada por Juan Antonio, y de ser testigo de lo que le sucederá con el tiempo por no hacerle caso a su corazón sino a la razón.

Créame que mucho lo siento
pero qué dirán de mí
tengo un amor de pasión
y le voy a dar el sí
¡oye que sí!

¿Por qué? ¿Porque ya está comprometida? ¿Acaso no se puede arrepentir? ¿No puede cambiar de decisión? ¿Qué problema habría con ello, si definitivamente se da cuenta de que alguien más y con mayor fuerza le mueve el armatoste que había construido? ¿Valdría la pena echar todo al piso, aunque sólo sea para darnos cuenta de que hay algo en ese ideal que no funciona?

Quiéreme
Solamente una vez, mira
Búscame
Para que sane mi herida
Búscame
Y una mañana al despertar
Bésame
Seré una ola en tu vida

A propósito, en Como Abeja al Panal de Juan Luis Guerra, qué decide la dama al final: ¿una canita al aire antes de la boda? ¿Una cachoneada permanente después de la misma? ¿Una preferencia por su tentador amor o su comprometido amor?

Quiéreme
Quiéreme que solo aquí me hundo de amor
Búscame
Quiéreme que estoy viviendo en tu corazón
Júrame
Júrame
Labio a labio
Bajo el cielo
Bésame
Amarnos toda la vida

Como abeja, ¿por cuál panal optaría?

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miércoles, 6 de mayo de 2009

Josefina

France, l'armée, Joséphine”.
Napoleón Bonaparte, antes de morir el 5 de mayo de 1821.



Ha de tener un verdadero nombre, elegantemente científico y con una taxonomía familiar de las más altas esferas del reino vegetal, pero la llamaré como se le conoce en la región: ¡Josefina!



Había algo que a mi damisela la hacía destacar entre sus amigas, eso que se alcanza a describir mínimamente como atracción. Una evidencia más de que el amor a primera vista puede existir.

¡Dulce, incomparable Josefina, qué efecto extraño tienes en mi corazón!”.



El vivero donde se crió era una sola masa de niebla, con un frío propicio para su naturaleza, y con los cuidados necesarios de un jardinero, más amante que negociante, que entrega a una de sus hijas a un prometedor novio. Llegar a mi casa con ella fue una odisea como la del mismísimo Odiseo, incluyendo hasta una veloz travesía colgados en el parachoques trasero de un campero rural descarpado.

"Te vi sólo a ti, te admiré sólo a ti, te deseo sólo a ti".



Propiciaré los mejores cuidados para ella hasta que el tiempo nos separe, deliciosa agua, aire fresco, noches lunares, un húmedo trapito para sus hojas, una maceta más grande para cuando crezca y unas palabras, como las de Napoleón a su amada:

No pido amor ni fidelidad eternos, únicamente... la verdad, una franqueza ilimitada. El día que me digas ‘te amo menos’ será el último día de mi amor o el último de mi vida”.



Josefina, hermosa flor…
un nuevo amor…

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