miércoles, 13 de julio de 2011

Otra caza más


El Marqués de Carabás siguió al pie de la letra las indicaciones que su gato le daba, sin entender muy bien qué ganancia iba a sacar de todo aquello”.

¿Cómo saberlo de otra manera, que no sea probándolo y aceptándolo a bien haber?


Luego de La cacería continúa, he comenzado a escribir la ojalá nunca última página en blanco, con un saco lleno de más conejos de monte y más perdices de las perseguidas en otros cuentos prometidos, prohibidos o permitidos.

El gato cazó un nuevo título al reino de nobleza de su amo, luego de impasibles momentos de soledad, imaginación y desesperación. El tiempo: total indecisión, sólo una simple ilusión.


¿Seré yo... Maestro? ¡Maestro el burro que lo mete sin cogerlo con la mano!

¡Qué siga la cacería! El gato tiene su saco y sus botas. Y yo lo tengo a él. Y a Él.


El gato se convirtió en un gran señor, que sólo cazaba ratones por diversión”.

Sordos, ciegos y nosotros mudos

Empresa nacional, venida de menos a más, que trabaja por maquila ropa de exportación. Pagan por minuto de trabajo efectivo: nada más que exija la ley. El sueldo no llega puntual: una o dos semanas después del inicio del siguiente mes. A nadie le importa las urgencias de los demás.

Cada fin de mes despide gente al azar. El mes pasado fueron algunas madres cabeza de familia. Este mes la ruleta rusa fue un grupo de sordos que prefirieron cerrar sus ojos para no ver la noticia que su traductor les decía: “están despedidos”.

Los problemas propios o ajenos no se resuelven omitiendo los sentidos sino sintiendo. Pero, ¿de qué sirve que estas cosas le partan el corazón a uno si el de los demás sigue intacto?

¿Qué está pasando?