1) Una oveja en un ascensor.
2) La navaja.
Si a la adivinanza le agregamos "si se cierra no trabaja", efectivamente sería correcto decir la segunda respuesta.
De lo contrario, ¿por qué es la navaja?
Apresurarnos a entrar a como dé lugar, así diga claramente que la capacidad máxima es 10 personas, y que con nosotros serían ya 14. “¡Uno más no es problema!”, decimos, y hacemos lo posible por ganar el Tetris humano encajando entre los otros 13 en 1,2m de profundidad y 1,6 de anchura.
Con suerte, las tolerancias de la máquina permiten esa situación, y subimos apretaditos hasta el piso de nuestro interés.
Inmediatamente le echamos en cara que "va lleno", que no alcanza "nadie más" y negamos la posibilidad de que más gente baje con nosotros. Ahora, con nuestro puesto asegurado, uno más sí es problema para el funcionamiento del aparato porque las condiciones técnicas así lo dicen y hay que cumplirlas.
Una vez más, el egoísmo se comparte cuando estamos en grupo, cuando sabemos que nos conviene por comodidad y facilidad, y es la decisión del pueblo, el mandato de la gente, la motivación colectiva, la bendita democracia la que nos lleva a pensar únicamente en nuestro favorecimiento mancomunado si la masa anima, pues yo 1) me quedo callado, o 2) apoyo la protesta porque sí.
El hecho es que ahora, misteriosamente, uno más no alcanza: "Que espere el otro ascensor"... "¡Qué tal, este!"... "¡Vaya y se caiga esta vaina!"... "Qué irresponsable"...
Mientras yo esté bien, me convenga, ¡suerte, con el otro! ¡Me hago el loco! Esa es desafortunadamente nuestra cultura.
.