miércoles, 30 de diciembre de 2009

Nueva década

"¿Qué quiero hacer realmente de mi vida?". Una vez encontrada la respuesta, siempre hay tiempo de pensar en su realización. Pero, ¿no es trágico obviar la pregunta?.
En En Defensa de la Felicidad, de Matthieu Ricard.


¡Cuánto hace! Poco, mirando hacia atrás.

Hace diez años nos asustamos con el Y2K (la tecnología nos devolvería a la edad de piedra) y la segunda venida de Jesucristo a la tierra (los dedos levantados de su mano derecha decían "I'll be back" en dos milenios) cuando el calendario indicó el año 2000. Para la mayoría, por fortuna, nada pasó. Otros se quedaron esperando.

Esa vez el cambio de año significó un nuevo milenio. Ahora, 2009 finaliza una década y creo que sí amerita preguntarse qué ha cambiado en estos diez años de cada una de nuestras vidas. Vale la pena echar un vistazo para contemplar lo que somos, por encima de lo que tengamos. Cada quién sabrá qué hay en su interior.

Para este 2010, los propósitos deben estar pensados no sólo para sus 12 meses, sino para los 10 años que seguramente se pasarán igual de rápidos que los 10 anteriores. Y más si se prefiere.

En esta ocasión, no se trata simplemente de un "feliz año" como los otros "felices años" que hemos deseado. Hay que comenzar a levantar nuestra mirada a un futuro de más largo plazo, donde veamos algo más que unos kilos menos en nuestros cuerpos con la dieta de la vecina. Es que hasta suena de película de ciencia ficción: "Es el año 2010... a pesar de su inteligente ignorancia, los humanos aún habitan el planeta Tierra...".


Con la mejor de las intenciones, me regalaron un ramillete de espigas de trigo como símbolo de la abundancia y la prosperidad en todas mis acciones. Aprovechando este cambio de década, haré uso de la mejor de sus energías (agüero, fe, efecto placebo, esperanza de vivir) para que ello ocurra, sumándole de mi parte, claro, disciplina y fortaleza. Los cosas no pasan por generación espontánea, como llegó a creerse en las teorías evolucionistas del mundo. Necesitan paciencia, decisión e inteligencia.

Uno de los adornos navideños en Pasto, frente a la Iglesia de Santiago, fue un sembrado de trigo. Al fondo, el Volcán Galeras al atardecer. Creo que con esta foto, la prosperidad nos llegará a todos.


¿Un deseo de año nuevo? Uhm... el de siempre supongo...

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miércoles, 23 de diciembre de 2009

Regalo esperado

¿Qué pasaría si el Niño Dios, la Divina Trinidad, los Reyes Magos, Papá Noel, el Solsticio de Invierno, nuestros papás y mamás, los que sean, nos trajeran los regalos materiales o espirituales que queremos cada Navidad nos portemos bien o mal?

¿Qué anhelo nos queda para el próximo diciembre, si con seguridad nos van a dar todo lo que pedimos, lo merezcamos o no?


Tal vez por eso las lucecitas de la decoración navideña se encienden y se apagan para recordarnos que sólo tenemos la esperanza vana de recibir lo que queremos y, algunos, el gusto de recibir lo que necesitamos. Y muchos, pero muchos, nada.

Curiosa esa situación, ¿no?

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miércoles, 16 de diciembre de 2009

Amigo secreto

Si le escribimos al Niño Dios lo que queremos que nos traiga, ¿por qué no le decimos a nuestro amigo secreto lo que queremos que nos regale?

El amigo secreto es el aguinaldo más conocido y más practicado para estas fechas navideñas, aunque también se tiene en cuenta para el día del amor y la amistad en septiembre.

Sin embargo, se encuentra en decadencia. Tal vez las futuras descendencias no lo jueguen más porque las generaciones pasadas y presentes se han encargado de arruinar las mejores intenciones de sus propósitos.

El legado que se transmite año tras año sólo son las quejas de un regalo insatisfecho: un peluche de tienda, unos chocolates rancios, una corbata pasada de moda, una cartera de imitación, un perfume inodoro. Y el problema no (necesariamente) es de plata: la cuota, definida en rangos que no se cumplen bien por exceso bien por defecto, se queda corta cuando de buen gusto se trata.

¿Qué hace uno con una porcelana de un triste payaso (o de oso o de bailarina) con filos dorados y una delgada cinta a manera de moño, con un mensaje que nos recuerda lo especial que somos?

Y ni se diga del preámbulo al gran destape: el proceso de endulzamiento, que incluye también un ensalamiento, se vuelve una tormento tanto para el (de malas) que da y no recibe, como para el (descarado) que no da y recibe. Y por lo general no hay compensación: lo que se ahorró en detallitos, no suma a la cuota del regalo.

¿Qué hace uno con un Post-It amarillo, donde han dibujado (y mal, además) un confite en su empaque, con una frase que nos recuerda que debemos controlar nuestro peso?

Lo que importa es el detalle, lo que el buen corazón de las personas esté dispuesto a compartir…

¡Ja!

La tradición la estamos matando poco a poco con estos procederes que rayan en la tacañería, la falta de criterio, el humor negro y el desinterés por la otra persona.

Una posible solución es oficializar desde un principio una lista de regalos tentativa (larga si se quiere, para no parecer encaprichados) que le ofrezca a la persona que sacó a la suerte (?) el papelito con nuestro nombre, escoger el regalo que verdaderamente queremos. Es déspota esta actitud, pero para el bien de todos, la más conveniente.

Si no hacemos algo por el amigo secreto, por el juego como tal, ya no habrá más amigos conocidos con quien practicarlo, y nuestros hijos e hijas se perderán la emoción de saber quién fue el miserable o la sinvergüenza que no les dio nada durante el aguinaldo, y que salió con un chorro de babas el día del destape.

Esto no es un secreto. ¿O sí?

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miércoles, 9 de diciembre de 2009

"Nos hemos utilizado"

Una frase acusatoria en el marco del materialismo. Contundente. Valiente.

¡Y cierta totalmente!

¿Acaso de esto (incluso) no se trata el amor?

Toda verdad duele: Yo te uso. Tú me utilizas. Nosotros nos utiliz-usamos. Las conjugaciones cuadran.

¿De cuándo acá el concepto de uso queda en desuso en cuestiones amorosas? Sería hipócrita evaluar con sutileza una inevitable crudeza.

El uso que hagamos de lo que nos brindan hace que mi ser se sirva para tomar decisiones, que me permitan crecer como persona en conjunto. Tomamos lo que nos dan y lo usamos a conveniencia. Ya será cosa nuestra, en el rango prismático del bien y del mal, usarlo o no como mejor nos parezca.

Un uso para pensar cómo construir un mejor mundo bajo el techo de nuestra casa, para sentir las emociones más fuertes con una caricia inesperada, para emocionarnos con un detalle que nos haga sentir importantes, para creer que un alma gemela es la que hemos encontrado por alguna Voluntad cualquiera, para satisfacer nuestros cuerpos con el goce mutuo de un buen momento eterno de sexo, para entender que en el otro comprendo lo mejor de su ser y mi ser para los dos…

¿No es así?

Use-utilicémonos… Sinceramente, valdrá la pena.


¿El amor viene empacado con una etiqueta que dice “2 x 1”?

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miércoles, 2 de diciembre de 2009

Contrato amoral

"Aunque en el amor existen el uno para el otro, la esencia del amor es la libertad. Por tanto, libera tu amor de la obligación. No esperes que otro satisfaga tu necesidad ni se adhiera a tu verdad".
En El Regreso del Profeta de Hajjar Gibran.

Se acerca otro fin de año contable y administrativo, y con ello el gasto de lo que quede del presupuesto del anterior y la continuidad o cancelación de contratos para el próximo. ¿Por qué no renovar el matrimonio si es un proyecto común, una empresa familiar, un contrato civil, un rito religioso o un compromiso personal?

De igual manera, las parejas deberían hacer un alto en el camino para evaluar cómo les fue en términos de amor, amistad y sexo durante estos 12 meses, y qué piensan mejorar para los que vienen. Los hijos deben participar de esa planeación así no hayan sido planeados (y muchas veces, deseados).

Propuestas, ajustes, indicadores, metas que le permitan a la pareja saber de su desarrollo como seres humanos individuales y colectivos.

Y así como en el mercado laboral, poner fin a lo que no marcha como se había propuesto o prometido el año anterior o intentado durante el actual, y terminar sin temor lo que tiende a empeorar con el tiempo irremediablemente. En el mejor de los casos, darse una licencia para meditar sobre lo que se significan como personas y como pareja.

Se entiende que hay cláusulas de disolución del contrato cuando las partes comprenden que las ganancias ya no son lo que eran, o que ni siquiera superaron las proyecciones que se habían hecho, o que ni siquiera cumplieron con el estándar mínimo ofrecido desde un principio.

Uno no sabe nada ni de Dios ni del amor, y sin embargo decimos, sentimos, pensamos y hacemos cosas en sus nombres. ¿Podrá Dios ser tan intransigente ante esa promesa hecha en un estado de total embriaguez de enamoramiento puro? ¿Será tan testarudo al exigir que tal pacto, a pesar de todo lo malo, DEBE durar toda la vida?

Yo no creo que la infelicidad en pareja sea una decisión que a Dios no le importa, y que nos exige, gruñonamente, cumplirle como prueba de karma para el perfeccionamiento del alma en vida de pareja. Si llegamos al cielo nos dirá: “¿Y no los mandé a ser felices? ¿Por qué no se separaron y disfrutaron sin la compañía de la otra persona?” Será tarde ya.

Si no metemos a Dios en el asunto porque fue un notario o una simple promesa al viento lo que unió a la pareja “por siempre jamás”, ¿no será más humanamente correcto actuar con el gusto del libre albedrío y decidir a favor de nuestro propio bienestar en el momento más conveniente para la relación?

Claro: como en todo contrato debe haber multas de incumplimiento. Se pagarán con unas lágrimas, un montón de recuerdos y un prudente rato de nostalgia, pero es más honesto que vivir de las apariencias y los deberes sociales por el resto de la vida, esperando a ver si se mejora la cosa mientras se le sigue diciendo ‘amor’ a alguien por quien ya no se siente eso: ¿Hipocresía, costumbre, obligación, amor?

Por favor: ¡la letra menuda no la escribió Dios!

Esta es mi propuesta: “Contrato leonino”.

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miércoles, 18 de noviembre de 2009

Gato novela

Pues sí, eso te cuento… Pero bueno, entonces…

¿Entonces, qué de qué?

¿Tú y yo qué venimos siendo?



Nada… Ya te dije que lo nuestro no es posible. Yo soy una gatita de familia y tú un gato callejero…

¿Callejero? ¡Pero si tengo un nuevo collar!


¿De qué te sirve, si no quieres que nadie te dome?

¡Bah! Me voy… Tú siempre con esos discursos…


Pero sabes que es verdad… Vete… Es lo único que sabes hacer, además de nada… (¡Qué collar tan gay…!)


¡¿Qué fue lo que dijiste?!

Nada… Te preguntaba que qué colores hay… De collar, digo…

Ah, más te vale… Oye, por qué no seguimos charlando un rato…


Pero de lejitos… No quiero que se me peguen tus pulgas…

¿Y qué más?

Bien, bien, ¿y tú?

Enamorado…

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viernes, 13 de noviembre de 2009

¡Feliz año!

¿Cómo celebrar los 16 años?

Richard, José Miguel y Jairo, amigos de colegio y de barrio, compraron de sus menesterosos bolsillos una botella de whisky (medianamente fino, supongo; no puedo recordar la marca) para festejar mi cumpleaños. Era especial no por la marca sino por el detalle, como todos los regalos. Uno de ellos tenía su apartamento solo, así que la cosa pintaba bien, como para inscribirnos a AA. Me imagino llamaron a algunas amigas (de ellos, valga la aclaración) para que fueran también.

Cuando abrí la puerta de mi casa esa noche, mi tos ahogadamente flemática los saludó. A duras penas podía respirar. Era impresionante el malestar de la gripa en mi nariz, oídos, laringe, faringe, pulmones y demás. Y claro, Doctora Mami ya me había clavado en mi abullonadita nalga una inyección de Penicilina, no sé de cuántos millones de unidades, pero era de esas que le deja la pierna encalambrada unos dos días.

No podía tomar licor.

Las moneditas y billetes de mis amigos que sumaron para la botella, regresaron alcoholizadas a mis amigos. A pesar de su insistencia la celebración, conmigo, no podía darse. Ellos se fueron de rumba, y no creo que tristes por mi ausencia sino felices de sus mayores bocanadas.

Hoy, otra vez y 15 años después, la gripa está en mí, me posee, soy suyo, estoy en sus manos. Y claro, no hay botella de whisky ni amigos de la infancia para festejar.


En la astrología, el año nuevo (lo que para todos los occidentales se celebra el 1 de enero y para los orientales el 14 de febrero, en 2010 o en el Islam, el 18 de diciembre de 2009) se celebra el día del cumpleaños, por aquello de la carta astral y todo lo demás.

Así que, a propósito de mi hace-un-año-artículo, ¡Feliz treintaidosavo año!, con "El hijo ausente" de Pastor López como música de fondo:

"Otro año que pasa y yo tan lejos, otro CUMPLEAÑOS sin ver mi gente.
Madre yo te pido humildemente, que en el año nuevo me recuerdes.

Que en la mesa pongas un lugar, para el hijo que no ha de llegar,
y aunque yo no esté para brindar, mi copa esté siempre a rebosar.
Y al llegar la media noche, cuando risa y llanto se confunden en la gente,
mándame un abrazo fuerte, y pídele a todos los presentes

Vamos a brindar por el ausente, que el año que viene esté presente.
Vamos a desearle buena suerte, y que Dios lo guarde de la muerte".

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miércoles, 11 de noviembre de 2009

"¿Qué hago contigo?"

El amor, diría yo, si me lo preguntaras.

Pero tu pregunta fue lanzada al aire, pidiéndole a Alguien más que te ayude, a tu amigo imaginario, a ti misma. Un consejo que tome por ti la decisión que no quieres tomar. Y yo tampoco.

Llévame contigo, entonces.
Déjame ir a tu lado sin huellas.
Hablemos para que la saliva se acabe.
Escuchemos lo que ya sabemos de los dos.
Acariciémonos y le sacamos brillo a nuestra piel.
Aburrámonos de nuestra inconmensurable tolerancia.

Lo que hagas conmigo estará bien.
Ocultarme en una verdad a medias, mostrarme en una mentira acorde, aceptarme con todas mis querellas o negarme por cualquier razón.

Hay tantas cosas para responderte. Por eso no me preguntaste a mí sino al mundo entero en el tono con que gritan todos los románticos, el desespero, la angustia, la duda, el amor al fin y al cabo. Yo también tengo la misma voz.

Te conformaste con la primera respuesta, la más fácil, la del ejemplo del libro, para hacer conmigo lo que mejor sabes: ¡nada!

Y partiste.

Y ahí quedé yo, con la misma pregunta que me contagiaste, como si se tratara del juego de niños de ‘La Lleva’. ¿Qué haré yo contigo?

Las ideas, filtradas en los ventrículos del corazón, llegaban ozonizadas a mi cerebro, simples y claras, pero con la misma razón. No sirvió de nada purificarlas. Ya sabrás de qué se tratan. Necias, por cierto.

Así que te devuelvo la pregunta: ¿Qué harás tú contigo?

Házmelo saber.

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miércoles, 4 de noviembre de 2009

A quien corresponda - Restaurante

Lo que nos ocurre puede ocurrirle a todo el mundo o solamente a nosotros. En el primer caso, es banal; en el segundo, es incomprensible”.
Fernando Pessoa.
Frase introductoria en El Lamento del Perezoso, de Sam Savage.


Cordial saludo,

Existen otros calificativos que un crítico de cocina podría dar sobre sus diferentes platos, pero sería pretencioso utilizarlos, para bien o para mal, en este momento. Así que me limitaré a decir que su comida es buena. Nada más.

El motivo de mi carta es simple: expresar mi agradecimiento: ¡gracias!

Listo.

Pero mis agradecimientos serían mayores (¡mayúsculos!: los escribiría en una carta posterior) si hicieran algo por los clientes que nos alimentamos de sus ollas. Es algo complejo por la única dificultad que perjudica a la humanidad, que somos humanos, y como tal quedamos indefensos no a las Leyes Naturales y del Tiempo, sino totalmente desnudos ante nuestro libre albedrío.

Tal vez el guante le caiga a más de uno, pero no es mi intención cuestionar a todos lo que están detrás de mis cubiertos. Es evidente que para que los platos estén frescos, calientes y, nuevamente lo digo, buenos, su trabajo ha sido cuidadosa o improvisadamente bien realizado.

Sin embargo, el enorme favor que les pido (pedimos, dicho sea de paso) es que hagan algo con quienes sirven la comida.

Lo malo de la rosca es no estar en ella”, dice el refrán, pero si hay algo peor que la envidia es la injusticia, y es ahí a donde apunta mi solicitud. ¿Qué tengo que hacer para que me sirvan, con un guiño de ojo, dos porciones de maduro asado? ¿Con quién tengo que hablar, susurrar si es necesario, para que en mi plato la ensalada a-parezca verde? ¿Qué debo decir, cuál es la clave, para que mi corte de carne sea más grande? ¿Cómo me gano el derecho a doble mazorca en mi sancocho?

¡Claro, gratis, por supuesto! Pagando, ¿qué gracia tendría mi denuncia?

Es inaudito que al cliente frecuente (tal vez tiene una tarjeta de esas que suman puntos, calorías en este caso) que está delante le agranden la porción de papitas fritas con una sonrisa a la mesera, y que llegue yo, con el mismo gesto de caridad-y-buenachonidad y me diga “es que no me alcanza para todos…”. Que pida igual cantidad de alverjas que quien va dos puestos más adelante y me diga “es que él sí paga doble porción”, a sabiendas de que he estado pendiente de su pago en caja. Que le pida una yuca cocida más grande, como la que acaba de servir, y me diga “¡todas son iguales y sólo es de a una!”. Y además, añade, lastimeramente, “qué pena…”.

Me atrevería a decir, aunque suene mentirosamente increíble, que haría esta misma solicitud si yo también estuviera en la rosca. Es que es tan evidente, tan insensato, tan vergonzoso…

Pensando positivo, aprovecho la arbitrariedad de sus sirvientes para hacer dieta. Es lo único que aleja de mi mente las enormes ganas de hacer un escándalo (no sé cómo vaya a reaccionar… si con quien sirve o con quien recibe esos beneficios adicionales…) cada vez, cada día, cada dos o tres clientes que son bendecidos por la subjetividad generosa de sus meseros y meseras en su restaurante, de donde recomiendo, de verdad, que la comida es buena. Sólo eso.

Atentamente,

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miércoles, 28 de octubre de 2009

Maté a Mora

Ni más faltaba: ¡fue sin querer queriendo!

Pero pasó.


Desde hacía unos días estábamos ella y yo en el apartamento, y ya nos habíamos acostumbrado a estar solos. Cada uno en su espacio-tiempo, pero siempre buscándonos y encontrándonos cuando nos hacíamos falta mutuamente.

Con unas caricias respondidas con rasguños, hasta con mordiscos a veces, cumplíamos fielmente al pacto de amistad entre el amo y su mascota. Era suficiente, necesario, y propio de un franco ‘te quiero’.

Esa noche, desvelado en la cama por un mal sueño, no había nada más que hacer sino esperar a que llegara el amanecer. El silencio era correteado por uno que otro carro que a lo lejos pasaba, para luego regresar a escuchar el tic tac del reloj de pared. Me acurrucaba, pero mis pensamientos me descobijaban.

Como buen celador de cuadra, Mora llegó a la pieza con sus mudos pasos. Se metió bajo la cama, dio una vuelta hasta la ventana y luego de una rápida ojeada, decidió peinarse ese mechón en su espalda que la cortina le había alborotado. Pulcra. Vanidosa. Hermosa. Mujer.

Yo la veía sin musitar palabra o intentar movimiento. Era un estado de contemplación absoluta: podía escuchar cada lengüetazo y cada pasar de saliva lleno de pelos. Cuando quedó como ella quería quedar, se alistó a continuar con su paseo nocturno por el resto del apartamento.

En ese momento, decidí levantarme de la cama para distraer mi insomnio. Al bajar los pies, empujé una de las chanclas que estaba de medio lado y por alguna razón el ruido que hizo, hizo que Mora diera un brinco de espanto, lleno de pavor, repleto de pánico, rebosante de terror.

No sabía donde caer, se resistía a caer, se sentía más segura en el aire que en el suelo que la había atacado. Su cuerpo se retorció de todos los lados pero la gravedad cumplió su tarea.

Con la velocidad de un rayo, su cuerpo se flexionó hasta pegarse al piso. Sus pupilas se dilataron al máximo, ¡casi que se le salen de la córnea! Los orificios de su nariz se expandían ahogados… Sus orejas se echaron para atrás en acto de atenta escucha… Sus colmillos resaltaron de sus labios prestos a destrozar lo que se atravesara en su boca… Sus bigotes se plegaron como púas de un puerco espín… Su cola, un filoso aguijón… Y las garras, ¡oh, las filosas garras!, habían sido desenfundadas de su peluda vaina.

Ante tremendo adversario, cualquier enemigo habría huido del campo de batalla sin dudarlo.

Pero lo único que encontró fue a un amo desbaratado de la risa a las 2:50am, contagiando con sus carcajadas al silencio que los acompañaba, y burlándose con razón del susto, ¡tan hijueputa!, que le había hecho pasar a su gata…

Maté a Mora del susto: ahora le quedan ocho vidas.


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miércoles, 21 de octubre de 2009

Rebuscada

Sé que tú no quieres, que yo a ti te quiera.
Siempre tú me esquivas de alguna manera.
Si te busco por aquí, me sales por allá.
Lo único que yo quiero no me hagas sufrir más”.

Llorarás, de Óscar De León.


Que le digan a uno que no, para cualquier cosa, debería ser tan sencillo como poner una inyección en la nalga: luego de dar un par de golpecitos a la zona, con el fresco de un algodón humedecido en alcohol, ¡qué venga la aguja bien ubicada, precisa, directa y decidida!

Se espera que sea rápida para causar el menor dolor posible cuando entra, cuando vierte el contenido (medicina o veneno) y cuando sale con la ‘R’ de ‘rapidísimo’. Cualquier procedimiento adicional ya es sadismo.

Esta mujer, bella para mayor seña (¿sobraba decirlo?), es un pez enjabonado. Es increíble lo fácil que le resulta decirme ‘no’, sea real, claro y honesto, o ficticio, confuso y mentiroso.

Aunque veloces, sus palabras duelen y ya no sólo en el músculo glúteo mayor. Duele más adentro, en los cebos del corazón, en los vacíos del cerebro, en los tuétanos de los huesos, en los parásitos del intestino.

Pero últimamente sus excusas han sido el pegado de la olla. Le he dicho que me diga lo primero que se le ocurra, falso o verdadero, con tal de no escucharla mascullar una nueva versión de un ‘no’.

¡Qué tal la última!: que no salimos porque tal vez su ex contrató a un detective que la espiara y que nos puede tomar fotos o grabar las conversaciones.

¡Qué excusa tan rebuscada!

Cuando se le acabe el repertorio le tocará salir conmigo. ¿Tendré suficiente paciencia? ¿Para entonces querré salir todavía? ¿Le dedicaré o bailaré con ella esta canción?

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miércoles, 14 de octubre de 2009

Mi casi novia

"Hoy hace tres años amanecí pensando que había encontrado la mujer que me haría perder el juicio.
Ahora, sé que no me equivoqué
".
Frase en MSN de Cristhian dedicada a Paula.


Pretensioso, pero esta frase podría estar en mi Messenger.

Ese día ella se acercó al punto de venta de la Revista El Clavo a comprar la última edición de esa época. No recuerdo ¡POR QUÉ CHANGOS! yo tenía que dejar la mesa de atención en ese momento; ahora, retrospectiva y positivistamente, al lado de atenderla a ella, cualquier cosa era una pendejada o un pendejo al que tenía que saludar.

Más o menos le dije a mi compañero de trabajo: ¿la atiendes o la atiendo? Sin tirar una moneda o sin mediar favor alguno, me alejé del lugar con un afán sin sentido dejándolos solos en lo que era una normal venta más.

Cuando la volví a ver fue de la mano de mi amigo, cuadrados y felizmente enamorados, siendo la misma bonita pareja que ahora son, y que espero sigan siéndolo.

Ya he hablado de los casi y de las coincidencias, pero estas son las cosas que no me caben en la cabeza, y me llevan a utilizar la publicidad del producto comercial de moda, añadiéndole una palabra más, para preguntarme: “¿por qué (yo) no?”.

Mi amigo vive espantándome como a perro con periódico cuando me les acerco, cuando le digo que ella es mi casi novia… Y me río, me contagio de la risa del destino, con ‘D’ de Dios, cuando me pasan estas cosas…

Lo que me faltaba: a falta de mi propio Cupido, me convertí en uno. Ojalá siga valiendo la pena.

Será hasta LA próxima.


Postdata: Otra vez, así como esta mañana se me pasó el bus, perdí la oportunidad de saludar a la misma protagonista de otras historias por unos cuantos segundos tarde. ¿Acaso sufro de esquizofrenia? ¿Ella es mi delirio? O un diagnóstico menos trágico (¡glup!): ¿lo que no es para uno, no lo es en ningún momento?
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miércoles, 7 de octubre de 2009

Sili(en)co(ñ)a

Ella era una chica plástica,
de esas que veo por ahí.
De esas que cuando se agitan,
sudan Chanel Number Three.
Que sueñan casarse con un doctor,
pues él puede mantenerlas mejor.
No le hablan a nadie si no es su igual,
a menos que sea un fulano de tal.
Son lindas, delgadas, de buen vestir,
de mirada esquiva y falso reir.
"Chica Plástica"

Cuando se acerca, hombres lascivos se saborean con sus enormes y redondas tetas. Y al pasar mujeres envidiosas ven con nostalgia ese firme y también redondo trasero.

Su abdomen plano se ajusta a las tallas de sus ceñidos vestiditos, y su figura queda tan delgada, como la punta de su nariz recién operada.

No sé qué más decir. Rubén Blades y Willie Colón escribieron en su canción lo que tenían que decir de ella hace muchos años.

Y como no soy De Tal, sino De Carabás, ¡no me saluda!

Algo que agregar: que tal vez en la época de la salsa dura no había (o no era común) la silicona. Todo lo que la chica plástica de ahora tiene, en verdad es de plástico.

Sin necesidad de entrar en la discusión sobre qué es la belleza y toda esa carreta, ¿para qué le sirve, A ELLA, tanto más y tanto menos de su cuerpo? Bueno sí, llenar la cabeza con algo en qué pensar: en vivir arreglada para arreglar su vivir.

De resto, para follar. Para atraer la mayor cantidad de machos cabríos que usen todo lo que ella tiene como si fuera de ellos. Para contentarlos atrayéndolos o reteniéndolos. Para garantizarles que con sus falsos atributos tienen ganado el cielo.

¿Será que con silicona ella siente más rico lo que sea que le hagan? ¿No pues, que se pierde sensibilidad en las carnes? ¿Será que sus orgasmos son también de plástico?

Es el tipo que se la come (así, el que se la come, no valen palabras romanticonas como hacer el amor o tener intimidad) el que siente más placer en su cabeza (la de arriba) al saber que toda una Yayita está disfrutando con su cabeza (la de abajo). Y eso es lo que se conoce como encoñe.

Ella le garantiza a su pareja pasajera o estable que va a pasar bueno. ¿Qué más le puede garantizar? A parte, claro que a los 40 años se va a ver horrible (ella misma y el resto del mundo opinará igual) con nada más que el recuerdo de los polvos que le echaron encima.

La silicona es una prótesis sexual que garantiza que su pareja se va a encoñar con la mujer que se rellene de ella.

¿Para qué más le puede servir?
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miércoles, 30 de septiembre de 2009

Misión ¿Posible?

Si la naturaleza es tan sabia y poderosa como dicen los libros, la suerte y la razón deberían estar de nuestro lado”.
El gato Rigoberto, en El Clan de la Calle Veracruz, de Albeiro Echavarría.

En cuestión de segundos una cebra es atrapada por feroces leonas en medio de la selva africana. En los programas de animales se ve tan fácil la cacería, tan rápida… ¿Será por la televisión o por la selva africana?

Un paréntesis: algo similar ocurre en las películas románticas, en donde en máximo dos horas dos desconocidos se convierten en el amor de portarretratos. Eso también está editado o es ficción; y nos lo creemos.

En vivo y en directo y en un parque de la ciudad, las cosas no son tan ágiles. La naturaleza tiene otro ritmo que el de la pantalla.

En una tabla-comedero, montada sobre un arbusto por algún buen vecino hace mucho tiempo, cientos de aves se alimentan de las frutas que otros cuantos vecinos llevan voluntaria y diariamente.

Un vivo gato extranjero al barrio se dio cuenta de que podía hacer su propio picnic para el desayuno gratis y fácil: no hay tiempo que perder cuando de una siesta felina mañanera se trata.

¡Que la música de Misión Imposible empiece a sonar!

Agazapado entre el pasto, se acercó hasta el tronco y de un brinco sigiloso se acomodó cual camaleón en una rama más alta que su mesa de bufet. Sólo era cuestión de esperar, pensó. Y yo, parado a unos cuantos lejos metros, pensé lo mismo: sería testigo de mi propia escena de Discovery Animal National Channel Planet. Estaba tan atento como yo. No quitaba los ojos del punto donde se libraría un capítulo más de la vida salvaje.

Otro paréntesis: ¿por qué el camuflaje de los animales no hace juego con su hábitat? Es decir, ¿por qué el pelaje de los mamíferos cazadores no se encuentra en una gama de colores verdes? Sería el paso más lógico de la Evolución. Curiosa pregunta para Gaia.

Y el tiempo comenzó a pasar. Y pasaba. Y pasó… Con tantos abuelitos y abuelitas caminando alrededor de la pista, me empezó a dar sueño: era como contar de día lentas ovejas con sudadera gris y camiseta blanca.

Creo que el gato ni respiraba; concentrado. Sólo se movió un poco para acomodarse un poco mejor.

Ya pueden dejar de tararear la música. Nada pasó. La misión que decidí (yo), decidió (gato) y decidieron (aves) aceptar resultó, ciertamente, imposible.

Se me hizo tarde por estar esperando a que cualquier pájaro se acercara al comedero. El gato se terminó de arrunchar contra el tronco y se quedó dormido en la rama. Y las aves se quedaron sin comer la fruta recién servida, pero ‘vivas’ y burlándose de nosotros dos.

¡Ah, la Naturaleza!

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miércoles, 23 de septiembre de 2009

¡Zapatísimo!

El zapato que va bien a una persona es estrecho para otra: no hay receta de la vida que vaya bien para todos”: Carl Gustav Jung (1875-1961), psicólogo y psiquiatra suizo.

Con el sonsonete…

¡za.pa.ti.co.ro-to,
cám.bia.lo.por.o-tro,
que’.ste.está.muy.ro-to,
di.le.a.tu.a.bue.li-ta
que.te.com.pre.o-tro!


Intentémoslo con éste, a ver si nos cabe (en la cabeza) que el mundo no está para que nos calce, sino que lo calzamos y caminamos dejando huella y pecueca también.



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miércoles, 16 de septiembre de 2009

¿Amor o amistad?

Otro septiembre: mes de amor y amistad. ¿Acaso para ser amigos o amantes no hay que compartir mucho tiempo el resto del año? De lo contrario, ¿qué celebraríamos? ¡Ah! Una vez más, el dinero, la publicidad y la presión social se meten a mediar en las relaciones interpersonales. Tema trillado.

Aprovecho el momento para preguntar: entre el amor y la amistad, ¿cuál es el límite? ¿Cuál es la frontera que no puede transgredirse tácitamente?

Se recurren a los extremos: sí o no; vivo o muerto; una mujer no puede estar medio embarazada: o lo está o no lo está; blanco o negro. Hasta la Biblia por ahí lo dice, cuando se refiere condenatoriamente a las aguas tibias.

Los matices son para los mediocres, se dice, para los indecisos, para los justos. El cuentico de la tolerancia aguanta a estirarse, pero nunca alcanza para darle contentillo a las dos partes totalmente.

A uno le toca escoger entre amar en silencio a aquella persona amiga y amigo del alma o desear no haberse metido nunca en semejante vaca loca del noviazgo. La hipocresía es la máscara de la resignación en cada caso, cuando las cosas no salen como uno lo esperaba: era más emocionante anhelar el objetivo que alcanzarlo.

El punto de quiebre es la sexualidad, entendida netamente como el contacto físico de los cuerpos, no como el reconocimiento público de seres sexuados.

En el momento que se pisa esa línea divisoria, las cosas cambian. Difícilmente las cosas tienen reversa para situarse en el punto límite de nuevo. No se concibe que las cosas puedan ir y venir de un lado al otro en una próxima ocasión con un pasaporte: se exige la ciudadanía exclusiva en uno de los dos territorios, o se será un inmigrante indocumentado e indeseado por no comprometerse con las reglas de ese país.


El sexo es comunicación. Y como tal, debe entenderse. Una forma más de conocer, conocerse y conocernos. Si como seres sexuales el opuesto o el igual nos inspiran, nos provocan, nos palpitan, ¿por qué no se descarta una de las dos opciones a través de una pruebita de amor o amistad? ¿Cuál es el pecado de un beso apasionado para reconocer o reprobar ese corrientazo? ¿La prueba ácida de una caricia sensual no es suficiente para conocer el futuro de la pareja y aceptar o no el compromiso?

Es cierto que la Química es lo esencial a primera o a enésima vista, pero ¿qué tal si catalizamos la reacción con la Física? No esperar que las feromonas de uno y otro se sincronicen por su cuenta (con una inmensa probabilidad de que no lo hagan… me suena conocido…), sino ayudarles con el encuentro acercando nuestros cuerpos.

Claro, el requisito es, además de la protección sexual, el cariño. Ese va a ser el que más se enriquezca y le duela a la vez, si el gustico queda y no hay una seguridad emocional que amortigüe el desgaste del corazón en el tiempo. Pero mientras tanto los cuerpos, ¡felices!

Que no sea un mes, ¡que sea el instante! Con o sin prueba ensayo/error/decisión, disfrutemos en pareja.

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miércoles, 9 de septiembre de 2009

¿De la que me salvé?

¿Son mis años o los de ella?: para los dos han pasado la misma cantidad de horas, minutos, segundos…

Se puede quejar de mi barriga más redonda, supongo… lo más notable tal vez de un cambio físico prudente en el tiempo…

Yo de ella… Tal vez sean mis mañas más acentuadas pero… ¿qué le pasó? ¿En qué cumpleaños perdió la sonrisa? ¿Cuál incipiente arruga cubre su otrora ternura? ¿En qué año viejo quemó su gracia? ¿El día adicional de años bisiestos decidió amargarse? ¿En cada Semana Santa decidió aburrirse de la vida?

En ese entonces, sus tetas habrían sido la inspiración natural de un cirujano plástico, sus piernas habrían boquiabiertado cualquier pasarela, su talla seis no era proporcional a semejante trasero tan firme y empinado, su cabello y su cuello eran la publicidad perfecta para la más fina joya y su alegría era el “Ptffssssshhhh” de la última Coca-Cola del desierto.

Lo físico es lo de menos. Es entendible, mejor dicho. Lo que me asombra es que ya hasta su belleza interior decidió trabajar a media marcha. A un cuarto de marcha. Qué raro eso.

En el hipotético, hipotetiquísimo, caso aislado (confinado, desterrado, excepcional y arrinconado) de que me hubiera parado bolas en un plano diferente al de hacerle la tarea como compañera de estudio, y que hubiésemos formalizado cualquier tipo de relación amistosa, sentimental o sexual hasta hoy, ¿será que la vería con los mismos ojos? (bueno, sí, son los mismos, es un decir…).

El verla hoy ha decepcionado a la imagen con que la recuerdo: le cayó límpido a la foto que mi cerebro tenía de ella. Tal vez si la hubiera visto más veces en esta década habría sido testigo de su cambio (extremo), pero no sé si seguiría deseándola y admirándola como en ese entonces. Suena materialista, al parecer, pero no es por ahí la cosa.

Una especie de presbicia ocular o cataratas en el cristalino aclara mi mirada, mis filtros.

Tiempo... ¿Qué me pasó?

Desajustada, monótona, opaca, triste… Ya no le haría la tarea...

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miércoles, 2 de septiembre de 2009

Ahorrador Davivienda


A la celebración de los 13 años de El Clavo llegué con una gripa tenaz. Fui pensando en tomarme la foto y devolverme a la casa cuanto antes.

Al llegar me di cuenta de que tal fiesta para los integrantes de la Revista no existía: en medio de más de 700 personas que sí bailaban y cantaban, todos mis amigos y amigas estaban trabajando. Unos y otros en la barra sirviendo los tragos, repartiendo cocteles, tomando fotos, asistiendo a los músicos, controlando la entrada, y así, miles de cosas que tenían que cumplirse.

Me correspondió ayudar en el arqueo del dinero de las boletas. Billete arrugado tras billete rayado, con una de las compañeras clavianas dimos cuenta del total de ingresos para entregarlo simultáneamente a los pagos pendientes del evento.

Más tarde me pidieron que cubriera por un momento el turno en la puerta del bar. De bufanda en cuello me quedé esperando al próximo desconocido que quisiera entrar al concierto a las 12:30am. Nadie llegaba, nadie salía: sólo los viciosos fumadores ansiosos por otra dosis de nicotina. Con el humo del cigarrillo encima y con la brisa de medianoche, mi gripa empeoró.

Decidí sentarme en una gradita de la entrada, arrimado a la pared, con los brazos sujetando mi cabeza para que no se reventara del dolor.

Al rato, un muchacho me preguntó si podía entrar. Levanté mis ojos, rojos de tanto toser, y me encontré con una mirada desconcertada. Intentando hablar, le dije que sí a cuarto de voz, pero no me oía en medio de tanta bulla.

El extraño me preguntó: “¿no me reconoce?”. Doy fe de cuántas veces he quedado mal por no saludar a un extraño-conocido. Le dije que no meneando mi cabeza, a lo que él respondió hablándole a su pareja: “¡Este man está llevado!”.

¿No me reconoce?”, insistió, pero no me entendía por la ronquera y la tos ferina con que trataba de hablar. “¡Está llevado! ¡Ni hablar puede…!”. Torpemente me levanté, y le señalaba mi garganta, pero él volvió y preguntó: “¿No me reconoce, profe?”.

Cuando dijo ‘profe’, la neurona enésima-millonésima-uno dio una pista de quién podría ser. Le dije que trabajaba allí y él, obstinadamente incrédulo, me dijo, “¡No profe! Usted trabaja en la universidad… ¡Qué le pasa!... ¿Está bien?”. Volví y escuché que le dijo a su pareja que yo estaba llevado.

¿Qué puede pensar un estudiante si ve a su profesor tirado en la puerta de un bar, con la camisa por fuera, más despeinado de lo habitual, a medianoche, solo, un viernes/sábado, con fumadores, sin poder hablar, sin saber quién era él o quién era yo…? ¡Que está llevado de la borrachera!

En ese momento salió alguien de El Clavo y se encargó de la bienvenida y todo lo concerniente a las boletas, las manillas, el dinero y demás.

Creo que me creyó a regañadientes... "sí, cómo no".


Hace poco abrí mi cuenta en el Banco que con sus propagandas popularizó una frase de alta recordación por lo divertidas e inauditas de sus situaciones cotidianas. A pesar de ser ahorrador de Davivienda, ¡yo estaba en el lugar equivocado!

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miércoles, 26 de agosto de 2009

¿Una piedra en el camino?

Las matemáticas demuestran que la línea recta es la distancia más corta entre dos puntos separados, y una burla popular dice que a una persona obesa es más fácil saltarla que darle la vuelta. Seguir derecho, de largo, rápido, es una ventaja en estos tiempos en que el tiempo escasea.

Por otro lado, el recorrido adicional que hagamos para llegar a un sitio será ganancia en paisajes, gentes, comidas y aventuras, no lo mismo en términos de recursos, cierto. La experiencia de la ruta Santiago Compostelana o del poema Ítaca de Kavafis no serían lo que son si siguieran el trayecto más corto.

A gusto de cada quién.

¿Pero cómo lo puede decidir un árbol? Su misión es retar a la gravedad buscando la luz del sol para vivir, y en su crecimiento se encuentra con algo en que la Sabia Naturaleza no pensó: en que los humanos necesitaban tender cableado de energía eléctrica, alumbrado público, redes telefónicas y sistemas de televisión cerrada por entre sus ramas.

Ellos piensan, “¡Pues de malas! ¡Quién los manda a atravesarse en medio de la ciudad!”, y con esas soluciones van y peluquean cada tanto a esas piedras verdes en el camino del “desarrollo” de las sociedades.

La fácil..

miércoles, 19 de agosto de 2009

Sexo textual

Qué curioso: las dos palabras tienen que ver con gatos y gatas…

morronga. (De morro). f. coloq. gata (hembra del gato).

mojigato, ta. (De mojo, voz para llamar al gato, y gato). adj. Que afecta humildad o cobardía para lograr su intento en la ocasión. U. t. c. s. 2. Beato hazañero que hace escrúpulo de todo. U. m. c. s.

La otra noche me tocó viajar de pie, apretadito y pegadito a las otras salchichas que me acompañaban en el bus. Una muchacha que estaba del lado de la ventana me recibió el maletín, mientras que la otra, la que daba al pasillo, estaba distraída con los botones de su celular.

Me llamó la atención la velocidad con que presionaba las teclas. Su dedo pulgar parecía que tuviera un control de Nintendo, el de mi época, en el que había que oprimir rápidamente el truco arriba-abajo-arriba-abajo-izquierda-derecha-izquierda-derecha-A-B-A-B-select-star para que en Súper Contra le dieran las 30 vidas al inicio del juego.

Al instante recibió un mensaje. Casi sin terminarlo de leer, lo borró y empezó a escribir la respuesta.

A los pocos segundos recibió otro. Esta vez lo alcancé a leer: “Sabes que te gusta, morronga, por qué me dices que no”.

Su dedo casi que se disloca presionando las teclas para eliminarlo y luego para redactar uno nuevo: “porque yo sé que eso te encanta”.

Algo inquieta y celular en mano, ella se peinaba, se arreglaba la blusa y se acomodaba en el puesto con una sonrisita rara. Mi curiosidad me estaba llevando lejos, no tanto como para matarme, sino como para recibir un tremendo codazo justo allí, donde se imaginan.

Recibió otro mensaje. Lo que alcancé a leer decía: “lo quieres todo entre…”. Yo creo que ella hizo curso de lectura rápida y de escritura de mensajes de texto súper rápida. Lo borró y respondió: “contigo sabes que siempre estoy mojada”.

Yo seguía haciendo equilibrio para no alejarme del pasillo-asiento y seguir chismosean… digo, investigando a profundidad esta seria historia literaria.

Otro mensaje. No lo leí por un sacudón del bus. Respondió: “¿con las piernas abiertas o agachada?”.

“Caras vemos, corazones no sabemos”, dice el refrán, “y sexos ni los creemos”, le añadiría yo. Era una de esas mujeres de rostro angelical y con un aura de ternura, que no le alcanzan para matar a una mosca…

Por detrás primero con la falda…”, fue lo que alcancé a leer del siguiente mensaje recibido y, por disimular mi voyeurismo no vi la respuesta completa: “… de pie para que me cojas todo”.

Y en ese intercambio t.s.exual siguieron hasta cuando me tuve que bajar en mi paradero.

Los mensajes que recibía y enviaba lo borraba de su celular. ¿Será que el tipo hacía lo mismo? Si eran pareja, ¡cuánto erotismo le ponen a la relación! Si eran amantes, ¡cuánto riesgo estaba en juego por los registros de esa conversación!

Sexo escrito, explícito, directo, claro, decidido, planeado, excitante, previo, sano e imaginativo.

Una delicia: no me las voy a dar de mojigato.

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miércoles, 12 de agosto de 2009

Ausencia de

¿Qué existe? ¿La luz o la oscuridad? ¿La luz y la oscuridad? Cierto, las dos, una a partir de la otra.

Sin necesidad de llegar a un positivismo cliché (en estos tiempos de crisis-oportunidad…) con la perspectiva del vaso medio lleno o medio vacío, ¿es la luz la que le opaca a la oscuridad, o es la oscuridad la que opaca a la luz? ¿La ausencia de una de las dos hace que aparezca mágicamente la otra?


Al utilizar la diferencia como elemento creador, ¿es el amor el que aparece con el dolor o es el dolor el que hace brillar al amor?

¿Por qué no pueden existir independientemente? Si fuera posible por cualquier artefacto ingenioso o razón leguleya, podríamos escoger cualquiera, ¿correcto? El amor, supongo de buena fe…

A propósito, ¿cómo es que escogemos el no-amor sin necesidad del proceso de separación del amor? Eso sí que es amargarse la vida y complicársela a alguien.

Entonces…

Tu ausencia es la que me permite amarte.
Porque no estás, te siento aquí.
¿Qué pasará cuando llegues?
¿Con qué te contrastaré?
¿Ya no te amaré?
¿Me dolerás?

El amor verdadero está en alguna parte.
Donde no estoy.
En mi ausencia o en tu presencia.
¿Juntos existe?
¿Existes?

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miércoles, 5 de agosto de 2009

De pañales a pañales

Yo en navidad compro mis calzoncillos azules con teflón para que no se me peguen los huevos”.
Martín De Francisco, en La Tele.


De seguro había pañales desechables, pero mis primeros meses fueron cubiertos con más de una docena de pañales en tela garza que mi mamá lavaba como una tarea más del amoroso deber de ser madre.

Pero esa es una historia paralela a la que me quiero referir. A saber: la ropa interior, de mujeres en particular.

En el caso de los hombres las diferencias no son tan marcadas: del pañal cuando bebés pasan al pantoncillo cuando niños y luego a los bóxer cuando adultos. Y eso algunos: habemos otros más clásicos.

Pero en el caso de las mujeres, luego del pañal cuando bebés, la variedad es significativa. Unas pantaletas flojas y cómodas, con animalitos de todas las especies y en colores pastel muy bien combinados, las acompañan hasta cuando ya se consideran mujercitas.

En la adolescencia, su pizca de rebeldía les permite elegir interiores más pequeños y ajustados, que tapan lo que se debe tapar y no todo lo que se pueda, como con sus segundos pañales. Cómodos, conservadores y confiables para esos primeros momentos de mujer.

La libertad de su ropa interior se logra, más o menos, para cuando tienen la cédula en la mano: se vuelven alérgicas a la cantidad de tela y sólo compran lo mínimo para tapar, por delante y por detrás, lo necesario, para insinuarlo en descotados pantalones descaderados.

Con la adultez ya ganada, los encajes en las bragas y los colores de tentación son sus preferidos en los catálogos de lencería de marca, y el tamaño se convierte en un factor casi que irrelevante pues, como sea, están diseñados para conquistar. Lingerie.

Ya con más de una cana pintada, los calzones se meten al ropero para arropar la madurez de los años, y las prendas en general no volverán a ser ajustadas como en las épocas en que no había mucho que ocultar.

Con el abuelazgo la tela toma venganza de sus predecesores para no dejar escapar nada: ¡hasta al ombligo le vendan sus ojos! Tal vez sea por el frío o porque una tanga ya no sabe qué arruga cubrir primero.

Y más adelante, y también a los hombres, les llega el momento en que mente y cuerpo son incapaces de retener lo que las mamás limpiaban en los primeros meses de vida, y que ahora lo hacen enfermeras en nuestros últimos meses de vida. Una horrorosa situación para todos.

Necesidad, dulzura, comodidad, insinuación, pudor, moderación, tradición y otra vez necesidad. Este es el ciclo de vida de la ropa interior femenina.

Y para todos, ¡cómo es la vida: de pañales a pañales!

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miércoles, 29 de julio de 2009

El gato

Me permito adaptar un chiste re-re-re enviado por la Red. Como en las canciones de tradición popular de las cuales no se conoce su autor, cito su crédito a quien corresponda con las siglas D.R.A. La foto sí es mía.

• ¡Aló! ¿Emergencias?

Sí, buen dí…

• ¡Por favor! ¡Manden… alguien… urgente…! ¡Un gato…! ¡En casa…!

¿Qué quiere decir con “un gato en casa”?

• ¡Carajo… un gato, un gato…! ¿No sabe lo que es un gato? Invadió mi casa… ¡Está caminando hacia mí…!

Pero no entiendo, ¿usted quiere decir un ladrón?

• ¡Nooooo! Estoy hablando de un hijueputa gato… ¡De esos que dicen “Miau – Miau”!

¿Pero qué de malo tiene que un gato vaya en dirección hacia us…

• ¡Se está acercando! ¡¡¡Auxilioooo…!!! ¡Me va a matar! ¡¡¡Y ustedes serán los culpables!!!

¡¿Quién habla?!

• ¡Guevón…! ¡Auxilio…! ¡¡¡Habla el loro de la casa!!!















¡Ji!


miércoles, 22 de julio de 2009

El buen ladrón

Las cosas dependen del cristal con el que se miren”.
Dicho popular.

Entre los cientos de santos de la Iglesia Católica sólo hay uno que fue canonizado por el mismísimo Jesús: Dimas, el malhechor crucificado a su derecha. Hasta la iconografía le da un reconocimiento: todo Jesucristo tiene su cabeza inclinada a ese lado. A Gestas, el de la izquierda, se lo recuerda por renegón.

La leyenda cuenta que Dimas, cabecilla de una gavilla de malandrines, dio posada y comida a la Sagrada Familia en su huída a Egipto, y por eso Jesús lo premió cuando se volvieron a encontrar en la cruz. Pero la versión oficial es que Dimas lo Vió como Hijo de Dios y por eso se salvó.

Como sea, fue santificado. Y como tal tiene… digamos… “poderes”, a los cuales podemos recurrir con la fe de un granito de mostaza. En teoría (espiritual) nos libraría de los cuatreros que nos acechan en todo momento.

Sin embargo, los ladrones verdaderos se han pegado de dicha fe, ¡como para mover montañas!, pero para pedir que los ayude con su perverso oficio.

Al enterarse de esta situación, tal vez basado en sospechas conductuales o confesiones sacramentales de sus feligreses, el cura de la iglesia donde se exhibe la imagen, tomó la decisión de guardarla para evitar una desviación de la intencionalidad del bien común, por el que procura cualquier iglesia del mundo.

La fe es fe, y como toda herramienta, su finalidad se la da el usuario.

Cuando de hallarle la comba al palo se trata, ¡la encontramos porque la encontramos!

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miércoles, 15 de julio de 2009

También funciona con mangos

Sir Isaac Newton walking in his gardens, had the first thought of his system of gravitation, upon seeing an apple falling from a tree”.

Voltaire, en su ensayo Epic Poetry (1727).



Y lo mismo cuenta su amigo William Stukeley en sus memorias (1752) sobre una conversación que sostuvieron juntos a la sombra de unos manzanos en el jardín de su casa:

… Debido a la caída de una manzana se quedó en estado contemplativo. ¿Por qué la manzana debe descender siempre perpendicularmente a la Tierra?, pensó para sí mismo. ¿Por qué no va hacia un lado o hacia arriba, sino constantemente hacia el centro de la tierra? Seguramente, la razón es que la Tierra la atrae. Debería haber una fuerza de atracción en la materia: y la suma de las fuerzas de atracción en la materia de la Tierra debería estar en el centro de la tierra, y no en otro lugar de la Tierra. Por esto esa manzana cae perpendicularmente, o hacia el centro”.


A mí sí que casi me cae en la cabeza mientras pasaba bajo un árbol de la cuadra, lo que habría inspirado un pensamiento menos trascendental que la Ley de la Gravitación Universal. La situación habría sido como la que muestran tradicionalmente en las caricaturas que recuerdan ese momento histórico de la ciencia.

Un “¡Thumb!” apachurrante se escuchó una sola vez.


Luego tomó un camino cualquiera para seguir “tan campante” rodando sin redondez y sin afán, tranquilo, adolescente, adolorido pero libre, hasta detenerse por la misma razón analizada en el caso de su prima la manzana.



Antes de pensar en lo interesante del tema, estoy seguro de que Newton pensó lo mismo que yo: ¡Qué belleza!


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miércoles, 8 de julio de 2009

¿De nuevo el azar?

En el último apartado de “Pura coincidencia” hablaba de una hermosa mujer a quien conocí tarde y por casualidad… Hace tiempo ya…

En estos días…

El muñequito del semáforo peatonal cambió de verde a rojo. Me apresuré a cruzar la calle mirando por el rabillo del ojo izquierdo la otra esquina donde los apurados carros arrancaron cuando su color apenas era amarillo.

En mi afán de cruzar la calle y por el otro rabillo del otro ojo, miré a una mujer que corría también por alcanzar el otro lado que yo apenas había dejado. Su cabello suelto se movía armoniosamente con sus apresurados pasos.

Seguimos.

Apenas si nos vimos para no chocarnos frente a frente…

Cada uno salvó su pellejo al subir al andén contrario aún agitados…

Unos segundos después, infinitos para mi suerte, mi cerebro al igual que el de Homero Simpson cayó en cuenta: "Un momento…".

Demasiado tarde.

Entre la gente, entre los carros, ella ya no estaba…

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miércoles, 1 de julio de 2009

Sí, cómo no

La campaña publicitaria de una cerveza colombiana recurrió a este dicho común cargado de incredulidad, sarcasmo y, a veces, humor para promocionar su producto como una “cerveza de verdad”.


En el próximo bus me voy sentado”.


No sé cómo consiguió mi número celular”.


Las certezas y los sueños se cuestionan. Difícil así. Podría generar aún más discordia entre las personas que estén diciendo la verdad. Es algo cizañera la intención, en contra de los valores que quisiéramos cultivar. Pero en fin, ese otro cuento.


Miren las que han seleccionado y que he visto de una pareja:


Te quiero sólo como mi amiga”.


No eres tú, soy yo”.


¡Muy buenas! No sé si ya la han publicado, pero yo aportaría una: “No me pasa nada”. Dígala quien dígala, se merece un “sí, cómo no”.


¿Qué otros ejemplos podríamos citar?


Nota.


Que conste: no trabajo para la marca explotando sus ideas. Es sólo un ejercicio de reflexión.


Créanme…


En serio…


De verdad…



viernes, 26 de junio de 2009

Tributo a Michael

"Bad", por Michael Jackson

Your Butt Is Mine
Gonna Take You Right
Just Show Your Face
In Broad Daylight
I'm Telling You
On How I Feel
Gonna Hurt Your Mind
Don't Shoot To Kill
Come On, Come On,
Lay It On Me All Right...

I'm Giving You
On Count Of Three
To Show Your Stuff
Or Let It Be...

I'm Telling You
Just Watch Your Mouth
I Know Your Game
What You're About

Foto cortesía: AndiMore (Natasha y Bikina)


Well They Say The Sky's
The Limit
And To Me That's Really True
But My Friend You Have
Seen Nothing
Just Wait 'Til I Get Through...

Because I'm Bad, I'm Bad-Come On
(Bad Bad-Really, Really Bad)
You Know I'm Bad, I'm Bad-You Know It
(Bad Bad-Really, Really Bad)
You Know I'm Bad, I'm Bad-Come On, You Know
(Bad Bad-Really, Really Bad)
And The Whole World Has To
Answer Right Now
Just To Tell You Once Again,
Who's Bad...

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