“I don't need to fight, to prove I'm right”.
Baba O' Riley, The Who.
Baba O' Riley, The Who.
Un estudiante reenvió ene-más-uno-veces más un correo electrónico, donde se pregunta cuál es la diferencia entre un 2,9 y un 3,0 para aprobar una materia. El siguiente caso muestra que sí hay diferencia cuando de sutilezas se trata.
Al otro lado del andén un perro corría atrás de una mancha negra, cerquitica, pegadito, a milímetros de un voraz mordisco que diera fin a su archienemigo que desapareció en la reja. Con el cambio de velocidad del perro, de mucho a nada, no sé a dónde dejó la inercia.
El perro seguía ladrando furiosamente, con rabia, para llamar a su colega canino para decirle que allá arriba estaba la presa, en el filo de la malla: el escurridizo gato no la había atravesado sino que se subió a ella de un solo brinco.
La pareja de gánsteres callejeros quería hacer justicia por su cuenta con ese gato entrometido. Pero éste, desde lo alto, con una risa sardónica, retaba a los chandosos a subir.
Más piedra les daba a los perros, y más duro le decían que bajara si era tan machito como para seguir encrespado: “¡cobarde!”, le aullaban.
Y bueno, haciendo las veces de abogado del… gato, obviamente me acerqué a mediar entre las dos partes, con algo de sesgo por mi veredicto, claro: “¡¡¡Chite, perro!!!”.
Con un segundo de ventaja a su favor, el gato no dudó en tirarse (cayó de pie, por supuesto), para continuar su huída. Ambos perros arrancaron de nuevo tras él, pero para cuando le dieron la vuelta, éste ya había desaparecido.
Lo curioso de la escena, aparte de la agilidad del felino, era que ese perro, el que por poquito, el que casicito lo agarra en sus fauces, tenía tres patas. Señoras y señores, con ustedes, ¡Mocho!
El casi del perro, con tres patas, es un 2,9; el casi del gato, con ayuda extra, es un 3,0. ¿Cuál es la diferencia? Una décima y un esfuerzo/ayuda adicional: ¿por qué un estudiante, en pleno uso de sus facultades, no lo-hace/se-la-gana?
Eso sí, todos aprendemos la lección.