miércoles, 13 de julio de 2011

Otra caza más


El Marqués de Carabás siguió al pie de la letra las indicaciones que su gato le daba, sin entender muy bien qué ganancia iba a sacar de todo aquello”.

¿Cómo saberlo de otra manera, que no sea probándolo y aceptándolo a bien haber?


Luego de La cacería continúa, he comenzado a escribir la ojalá nunca última página en blanco, con un saco lleno de más conejos de monte y más perdices de las perseguidas en otros cuentos prometidos, prohibidos o permitidos.

El gato cazó un nuevo título al reino de nobleza de su amo, luego de impasibles momentos de soledad, imaginación y desesperación. El tiempo: total indecisión, sólo una simple ilusión.


¿Seré yo... Maestro? ¡Maestro el burro que lo mete sin cogerlo con la mano!

¡Qué siga la cacería! El gato tiene su saco y sus botas. Y yo lo tengo a él. Y a Él.


El gato se convirtió en un gran señor, que sólo cazaba ratones por diversión”.

Sordos, ciegos y nosotros mudos

Empresa nacional, venida de menos a más, que trabaja por maquila ropa de exportación. Pagan por minuto de trabajo efectivo: nada más que exija la ley. El sueldo no llega puntual: una o dos semanas después del inicio del siguiente mes. A nadie le importa las urgencias de los demás.

Cada fin de mes despide gente al azar. El mes pasado fueron algunas madres cabeza de familia. Este mes la ruleta rusa fue un grupo de sordos que prefirieron cerrar sus ojos para no ver la noticia que su traductor les decía: “están despedidos”.

Los problemas propios o ajenos no se resuelven omitiendo los sentidos sino sintiendo. Pero, ¿de qué sirve que estas cosas le partan el corazón a uno si el de los demás sigue intacto?

¿Qué está pasando?

miércoles, 29 de junio de 2011

Calzoncillos rosa

Así como los títulos de los capítulos de La Pantera Rosa incluyen la palabra “rosa”, el de este escrito también la tiene: un tributo a la elegante, silenciosa, rítmica e inteligente protagonista felina de tan divertida caricatura televisiva.

La tinta de una camiseta roja tiñó selectivamente a sus compañeras de ciclo de lavado: unas más que otras y unas menos que ninguna. La información de la etiqueta garantizaba la firmeza del color, pero fue una coartada para que esa tanda de ropa se camuflara en rojo.

Y en particular mi ropa interior de color blanco, que al salir de la máquina tenía un color rosáceo tan delicioso como el veteado de un helado de fresa, y que contrastaba con el límpido color de los hilos y resortes que resultaron inmunes a la coloración.

Recordé una escena similar en una de las películas de El Hombre Araña, y atiné a reírme de lo ocurrido. Pero la burla de los otros calzoncillos de serios colores oscuros y compañeros de cajón sí que fue tremenda.

Agotadas mis existencias de interiores limpios, tuve que usar los improvisados camaleones rosados mientras los demás se lavaban. Ese día, con la música de Henry Mancini como mi banda sonora, dejé a un lado el ridículo que sentía conmigo mismo y caminé tranquilo con el peculiar gesto de la Pantera.

Sin embargo, me sentí ansioso de pensar en cómo reaccionaría la princesa de mis sueños si me pedía justo ese día que la hiciera suya, luego de un excitante preámbulo de caricias sexuales. En el hipotético caso de que hubiese ocurrido, ver a su príncipe azul con calzoncillos rosados habría sido una total decepción, o tal vez la situación se habría tornado en una conversación sobre cómo se debe separar la ropa en cada lavado.

Los interiores han ido recuperando su color poco a poco con las siguientes lavadas, así que luciré nuevamente mis calzoncillos blancos con más tranquilidad, como los de Homero Simpson, con ventana, para que se vea el paquete, no chileno, sino pastuso... y rosado.

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miércoles, 22 de junio de 2011

Me falta una

Me dice el corazón:
ríndete, el amor te venció”.
Pero me grita la conciencia:
parece pero no es, eso pasa con frecuencia”.

Conciencia, de Gilberto SantaRosa


Una cosa menos por hacer de una lista de cosas por hacer nunca escrita: armar un rompecabezas.

Cada intento fue un experimento de laboratorio, un ejercicio de ensayo y error, una prueba ácida de la suerte, una aplicación rigurosa de la heurística. Si era o no era la indicada, esa ficha es una cuota a la evolución de la paciencia: una lección aprendida.


Escogí esa ilustración por el nombre del cuadro: There’s no place like home. Mil piezas con formas iguales a vuelo de pájaro, y colores similares en una noche de gatos pardos. Cualquiera sirve, pero una y sólo una es la adecuada para cada ficha. ¿A qué les suena esta sentencia? Sí, al viejo y trillado mito de la media naranja o de las almas gemelas. Sospechosa coincidencia, ¿no?

¿Somos únicos e irrepetibles porque fuimos cortados por una prensa gigante siguiendo el molde de una misma matriz? ¿Sólo tenemos una posibilidad de encajar con una sola persona en la vida? ¿Podrá Dios ser tan aburrido como para armar en sus ratos libres con nosotros una misma imagen a lo largo de la existencia a través de todas nuestras vidas pasadas, presentes y futuras? ¿Por qué insistimos en juntarnos con quien no corresponde a nuestra horma? ¿Cómo nos damos cuenta de que esa que parece ser no es, cuando miramos en perspectiva el dibujo que intentamos formar juntos?

Ahora, si una ficha tiene por lo general cuatro lados de unión, ¿tenemos entonces cuatro oportunidades de encajar totalmente? ¡Las probabilidades aumentarían significativamente! Hagan cuentas de cuántas fichas llevan, obsérvense cuál ficha es cada uno de ustedes, y busquen las que les hagan falta para completar el cuadro de la vida. ¿Por qué no? Con una sola el cuadro estaría incompleto y un par de fichas no hace un rompecabezas.

Tamaño del rompecabezas: 73cm x 48,5cm

De este vicio inducido con cariño y aprehendido con pasión, quiero ahora encontrar respuestas en el espacio de un rompecabezas en 3D. Ojalá allí encuentre al ritmo de las manecillas del reloj la ficha que me falta. Las que me faltan.
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miércoles, 15 de junio de 2011

Yo, Felipe

Caricatura publicada en el Periódico El Tiempo, Colombia, el domingo 21 de marzo de 2010.
(Hacer click para ampliarla)

Iba distraído cuando la vi, y he seguido así desde ese momento.

La alegría de su belleza eclipsó todas mis dudas: era ella, la que nunca había esperado el día más sentido.

Cuando estuve frente a ella mis temores se regurgitaron y no las palabras para decirle:

I’ve had the time of my life
And I’ve never felt this way before
And I swear this is true
And I owe it all to you
Los colores de mi rostro tartamudearon cuando sus ojos me atravesaron el cuerpo y se liberó un alma enamorada desde hacía la primera vista.

La miraba una y otra vez y sólo logré que las últimas gotas de esperanza se evaporaran al calor de la des-ilusión en cada intento.

Sentado, espero que lea después estas líneas.

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