Propio o ajeno, nuevo o usado, original o engallado, un vehículo satisface la necesidad de desplazarse por necesidad o interés. Al conducirlo se gana independencia de ir a cualquier parte, y en cierta medida se tiene control sobre la mayoría de las situaciones de riesgo con un manejo defensivo*.
Como todo, este concepto es relativo. La interpretación para un taxista puede variar levemente de la de un chofer de bus y significativamente de la de un particular promedio; los borrachos lo entienden justo antes de emborracharse; y los ciclistas y motociclistas deberían comenzar a aplicarlo. Lo que sí es extraño es que resulte totalmente desconocido para los peatones. Para ellos se acuñaría un nuevo término para el mismo concepto: transitar a la defensiva.
Lo de obviar los puentes peatonales en las avenidas y autopistas es algo común, y se ha justificado con pereza e inseguridad. ¿Pero por qué la gente se atraviesa, por qué se le tira a los carros? Quisiera creer que es porque se le da la gana antes que por mera ignorancia. Parece que no comprenden que es su vida y salud las que están en juego. Que por más válido que sea el derecho a caminar libremente, su vulnerabilidad aumenta con cada paso que dan sobre la calle misma del centro de cualquier ciudad.
En caso de un accidente, el malo del paseo es el conductor del vehículo que atropelló al peatón, así haya tenido este último la culpa. Tal vez la gente se vale de esta débil premisa para cruzarse cuando el semáforo vehicular está en verde, o pasar de esquina a esquina aprovechando la señal de pare. Parece que pensaran “el carro TIENE que detenerse a pesar de mi imprudencia”. Y lógico que así es, ni más faltaba. ¿Pero por qué existe ese pensamiento que sólo pretende probar los reflejos del conductor? ¿Por qué es EL OTRO el que tiene que hacer lo que yo no hago?
Si de espacio público se trata, el tema terminaría con indicaciones para ambas partes sobre el buen obrar. Personalmente no quiero que este texto se convierta en ello pero parece que no hay otra manera de inculcar tolerancia y cultura ciudadana a quienes manejamos y caminamos de vez en cuando. Realmente quisiera saber el porqué de esta actitud. ¿Por qué la gente tiene que ser espantada por el pito y gritar a cambio un insulto? ¿Por qué no evitar el susto de ser víctimas de un carro que voltea sin direccional frene frente a nosotros?
Me queda difícil responder estas preguntas. Tal vez soy yo el intolerante que no me aguanto que la gente arranque de su andén justo cuando yo lo hago, y el inculto a la vez, cuando veo que ese conductor está demorado y alcanzo a pasar antes de que él arranque. Definitivamente hacemos parte de la relatividad según nos convenga.
Como todo, este concepto es relativo. La interpretación para un taxista puede variar levemente de la de un chofer de bus y significativamente de la de un particular promedio; los borrachos lo entienden justo antes de emborracharse; y los ciclistas y motociclistas deberían comenzar a aplicarlo. Lo que sí es extraño es que resulte totalmente desconocido para los peatones. Para ellos se acuñaría un nuevo término para el mismo concepto: transitar a la defensiva.
Lo de obviar los puentes peatonales en las avenidas y autopistas es algo común, y se ha justificado con pereza e inseguridad. ¿Pero por qué la gente se atraviesa, por qué se le tira a los carros? Quisiera creer que es porque se le da la gana antes que por mera ignorancia. Parece que no comprenden que es su vida y salud las que están en juego. Que por más válido que sea el derecho a caminar libremente, su vulnerabilidad aumenta con cada paso que dan sobre la calle misma del centro de cualquier ciudad.
En caso de un accidente, el malo del paseo es el conductor del vehículo que atropelló al peatón, así haya tenido este último la culpa. Tal vez la gente se vale de esta débil premisa para cruzarse cuando el semáforo vehicular está en verde, o pasar de esquina a esquina aprovechando la señal de pare. Parece que pensaran “el carro TIENE que detenerse a pesar de mi imprudencia”. Y lógico que así es, ni más faltaba. ¿Pero por qué existe ese pensamiento que sólo pretende probar los reflejos del conductor? ¿Por qué es EL OTRO el que tiene que hacer lo que yo no hago?
Si de espacio público se trata, el tema terminaría con indicaciones para ambas partes sobre el buen obrar. Personalmente no quiero que este texto se convierta en ello pero parece que no hay otra manera de inculcar tolerancia y cultura ciudadana a quienes manejamos y caminamos de vez en cuando. Realmente quisiera saber el porqué de esta actitud. ¿Por qué la gente tiene que ser espantada por el pito y gritar a cambio un insulto? ¿Por qué no evitar el susto de ser víctimas de un carro que voltea sin direccional frene frente a nosotros?
Me queda difícil responder estas preguntas. Tal vez soy yo el intolerante que no me aguanto que la gente arranque de su andén justo cuando yo lo hago, y el inculto a la vez, cuando veo que ese conductor está demorado y alcanzo a pasar antes de que él arranque. Definitivamente hacemos parte de la relatividad según nos convenga.
* Estas líneas no son una invitación a comprar un vehículo por el simple hecho de disfrutarlo, sino una opinión sobre conducirlo en las mejores circunstancias. La contaminación del medio ambiente por su uso indiscriminado se convierte en un tema trivial para todos los necios que hoy nos despreocupamos de él porque merecidamente no veremos el futuro. Seguirá siendo una discusión para mañana.
2 comentarios:
Yo creo que definitivamente las ciudades son para la gente y no para los carros, claro que debemos convivir, pero siempre gana el peatón.
Por ejemplo, todos los carros deben parar donde dice PARE y esperar a que pase la gente. Algo así como sucede en el paso peatonal de UNICENTRO en Cali, en donde la gente detiene el carro y espera a que pase el peatón.
Darío: ¿Cómo vá el galeras?
Como siempre muy bueno…..
Lo unico es que con tus 2 ultimos articulos... pense que te iba a contratar national geographic o discovery..... pero ahora es un tema totalmente diferente.... eso esta bien (pregunto porque no se)?
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