Era uno de esos días en los que tomamos más tiempo para bañarnos que el de la cotidianidad de la semana, en los que queremos vernos más que bien desde la mismísima piel, cuando consentimos nuestra belleza para nosotros y no para otros.
El sol apenas empezaba a espantar las nubes después de tremendo aguacero. Salí de la casa a cumplir con mi cita, “muy tieso y muy majo” con crema en los brazos, loción en el cuerpo, ropa recién planchada, zapatos bien atados y gel en el cabello.
Caminaba despacio, meditabundo por cualquier cosa que pasara por mi mente, distraído simplemente por vivir. Llegando al punto de encuentro, repentinamente, un fuerte y seco ruido a dos tiempos alertó mis sentidos, y en menos de un segundo lo único que vi fue la cresta de una ola de agua barrosa a mi derecha.
¡Splash!
El ruido fue causado por el trancazo, recalco: ¡porrazo!, de un carro con su llanta delantera, primero, y enseguida de la trasera, contra un hueco de unos 50 centímetros de ancho, 80 de largo e, increíblemente, unos casi 30 de profundidad.
Si el veloz conductor cayó en la tentación que sentimos por salpicar a alguien cuando llueve, los rines de su carro se lo reclamarán en la próxima alineación y balanceo. Y si lo hizo sin mayor malicia y sin considerar la magnitud del hueco, pues aprenderá a esquivar en nuestras calles la próxima vez hasta un salivazo.
Mis gafas evitaron que me entrara directamente agua sucia a los ojos, pero no fueron suficientes para que ésta me escurriera por los párpados, el rostro y la boca seguidamente, impidiendo que hubiera salido insulto alguno al conductor que ya iba lejos para ese momento. Todo mi lado derecho, de pies a cabeza, quedó con barro, con agua, con hojas: sorprendentemente la mancha era simétrica, me parecía a uno de los enemigos de Batman, el Dos-Caras.
Luego de secarme la cara, limpiar las gafas y ya sobre la hora, continué hacia mi cita.
Sólo restaba reír.
“Shit happens”.
6 comentarios:
Esa es una de las razones por las cuales no me gustan los días lluviosos. La vocación de sapo no me alcanza para disfrutar los charcos...
Por mí, que llueva en la madrugada cuando no tengo que darme cuenta.
¿Sapo? ¿yo?
jajaj muy chistoso!! divina la foto!! quiero saber que mas paso en la cita, si el splash te dio buena suerte.
Shit happens =P, every day.
Pobre marqués, ya me imagino la piedra, yo hubiera lanzado un Hijo de p.... como lo he hecho tantas veces, porque me ha pasado lo mismo, es más creo que a todos nos ha pasado lo mismo.
Lo siento Gato, eso es de lo peor, pero sigue gustándome la lluvia y tus fotos, creo que deberías darles más exposición abriendo una cuenta en Flickr.
Espero el resto de tu cita haya sido mucho mejor.
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