miércoles, 22 de abril de 2009

Marqués, de cara vas… ¡al suelo!

El nombre de este artículo se lo debo a Eduardo, amigo de mi hermano Jorge, con quienes salí a practicar ciclo montañismo el fin de semana. Y resume lo que pasó: bajando rápidamente por un empinado sendero, la bicicleta se me resbaló, se clavó y fui a dar al piso.

Cierro los ojos antes de besar al Planeta: el golpe lo recibo directamente en el mentón, siguiendo con los labios, para terminar en la nariz. Di enseguida una vuelta canela ‘de-ladeada’, y terminé sentado más abajo en la cuneta que partía la trocha de tierra colorada en dos. Otro título más amarillista sería: “De jeta contra el mundo”.

Escupí tierra con sangre y luego sangre con tierra. La nariz la sentí hundida, hacia la izquierda. Impresionado, le di un jalón y la enderecé para dejar que un chorro ensangrentado comenzara a fluir. Grité a mi hermano una primera vez, y no sé cuánto tiempo pasó hasta un segundo llamado. Es decir, no sé si pasé inconsciente algunos segundos, porque no recuerdo nada más, sólo los latidos del corazón amplificados en mis oídos.

Todos los hechos que siguieron a continuación fueron registrados en Déjà Vu, el más largo que he percibido en mi vida. Cada acción ya existía en mi mente, ¡por más de un minuto, increíble!, hasta luego componer mi postura acostándome en la orilla. De ahí para allá, las imágenes son intermitentes.

Luego de una pausa, no había nada más que hacer que subirse a la bicicleta para salir del monte adentro donde nos encontrábamos. Luego de tres horas de recorrido, todavía faltaba una para regresar a la ciudad. Me sentí como Lucho Herrera en la etapa 14 del Tour de Francia de 1985, luego de su caída por el vertiginoso descenso de Saint-Ettiene: se levantó con su rostro ensangrentado para ganar esa etapa y conservar la camiseta de pepas rojas que caracterizaba al mejor escalador de la montaña. En mi caso, las pepas eran de sangre.

Todo el regreso no hice sino lidiar con mi mente satisfecha por la adrenalina. Miles de imágenes comenzaron a pasar como en las películas. Pensaba en todo y en todos: solucioné los enigmas del mundo, supe cómo conquistar a cualquier mujer, resolví la crisis mundial, volví a mis pasadas vidas, inventé los más bellos poemas, predije el futuro y un sinfín de cosas más en pensamientos tan veloces que no los alcanzaba ni la luz. Ahora no recuerdo nada; lo siento.

Evidentemente seguía en shock, con un estado de consciencia alterado que me mantenía vivo. Supervivencia total. El resto del día lo pasé en iguales circunstancias, encontrando nuevas heridas pero sin dolor.

Saldo a la fecha: rayones en la espalda, dedo pulgar derecho y anular izquierdo estropeados, rodillas con peladuras profundas, mentón raspado, labios inflamados y reventados interna y externamente, una nariz más torcida que antes y, ahora sí, dolores por doquier. La bicicleta está bien. Ojalá la cuenta de lesiones no crezca con el tiempo.

Los gatos tenemos más vidas y Dios nos da la oportunidad para que las sigamos cuidando, aprovechando y disfrutando: gracias.

De cara, a dónde sea, ¡sigo!

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12 comentarios:

almaluz dijo...

mucho hielo...

Anónimo dijo...

Buen golpe. Y recibido con valentía, me consta. El suceso hará parte del albún de imágenes no formáles.

MAREÑA dijo...

Sigues vivo, qué machera!!! así se hace, uno se cae de jeta contra el planeta, pero se levanta, se limpia las....rodillas, los codos, el... etc etc y sigue caminando por la vida. Todavía te duele? ...el orgullo?

Guillermo Alvarado dijo...

Hay que como los gatos activar los reflejos y como ellos, caer de pie. Un abrazo, alíviate.
Guille.

venus dijo...

lo importante no es la caida, sino la fuerzas con las que te levantas y el cuidado que tendras ahora

Anónimo dijo...

Lo siento el golpe que recibio la bicicleta y el agujero que dejaste en la tierra.
tienes que tener mas cuidado con esos detalles si por fa
saludos
de tu amiga vegetariana

Anónimo dijo...

Sin querer queriendo fuiste solidario con el Día de la Tierra a la cual decidiste ver y oler de cerca. Que te mejores.

Licuc dijo...

¡Darío cómo es que no has ido al médico! Pobrecito tú, espero te recuperes pronto y en el futuro tengas mejores experiencias con los deportes extremos.

Un abrazo cálido en la distancia.

Anónimo dijo...

William Shakespeare dejó escrito que no hay otro camino para la madurez que aprender a soportar los golpes de la vida.

Porque la vida de cualquier hombre, lo quiera o no, trae siempre golpes. Vemos que hay egoísmo, maldad, mentiras, desagradecimiento. Observamos con asombro el misterio del dolor y de la muerte. Constatamos defectos y limitaciones en los demás, y lo constatamos igualmente cada día en nosotros mismos.

Toda esa dolorosa experiencia es algo que, si lo sabemos asumir, puede ir haciendo crecer nuestra madurez interior. La clave es saber aprovechar esos golpes, saber sacar todo el oculto valor que encierra aquello que nos contraría, lograr que nos mejore aquello que a otros les desalienta y les hunde.

lo mismo pasa.... ya sabes que cuando vuelvas a pasar por el mismo peñon donde caiste entenderas que los pasos que diste en tu bici.. los manejaras con mas discrecion para no cometer el mismo error...como dicen por hay el burro no lo capan dos veces...

hasta pronto

Anónimo dijo...

huy, Dario Esteban solo espero que ya estés mejor, y que las huellas de lo que paso ya se estén curando... dicaloci

eugenia bravo dijo...

Magnifico Dario fabuloso lo que escribes me gusta mucho sigueme enviando tus articulos por favor ...saludes cuidate mucho ten cuidado con los paseos en tu bici..Eugenia

La ReiNa Roja dijo...

Ayy sitico...a mi me fue bien entonces. Obviamente no pensé todo lo que dije pensar cuando el bendito caballito iba a toda...

Lo tuyo fue muchisimo mas grave, asumo que ya estas bien y para verificar que eso sea cierto sigo tu blog, es mi responsabilidad social :D

UY carajo esa jeta toda raspada

PD. el jeta es expresión de ternura

Un saludo, me hace sentir mejor que lo mio podria ser peor.