miércoles, 1 de abril de 2009

Vinilo

Me topé en el andén de una casa con una bolsa cerrada por un nudo en su boca, pero rajada por un lado de su barriga plástica.

Por ella se desparramaba un montón de discos fonográficos de vinilo, no de los grandes de 12 pulgadas (30,48cm), sino de los pequeños de 7 pulgadas (17,78cm). Creo que habría unos 100 discos o más abandonados en la calle, y su destino quedaría al otro día en manos del carro de la basura, no sin antes ser marcados, seguramente, por un chorrete de orina canina.



La producción del disco es de Codiscos S.A., bajo licencia de Coco Records Inc. Creo que Famoso sería el nombre de la colección o el álbum de la artista Yolandita, cantante de “Cierra los ojos” (E. Franco) en el Lado 1, y de “Adiós amor, adiós” (O. Ortega – T. Ronald) en el Lado 2. ¡Una sola canción por cara! Es lo que se conoce como Sencillo (single), grabados para giradiscos (tocadiscos) de 45 revoluciones por minuto.



El código SF-0385 aparece en ambas caras, con la diferencia de otro número consecutivo adicional, F-3094 y F-3095 respectivamente. Sus derechos de reproducción los protege una advertencia: “El importe pagado por este disco no autoriza su ejecución pública con fines de lucro”. Y fue hecho en Colombia.


Al lado de un CD de audio, su negro abismal no refleja color alguno, quedándose sin la emoción de imitar con el movimiento los colores del arco iris. Su diámetro es mayor, claro, pero su grosor es milimétricamente menor en su borde exterior; en el centro, la diferencia es mínima en su contra.


¿Cuánta gente habrá bailado con él? ¿Qué música tocaba Yolandita? ¿Hace cuántos años habrá sonado la última vez? ¿Lo volverá a hacer? ¿Un DJ se encargará de exprimirlo hasta la muerte con rayados efectos acústicos? ¿Dónde está su carátula protectora? ¿Por qué los botaron? ¿Eran un estorbo para los jóvenes herederos de su anciano papá-dueño o nostálgica mamá-dueña? ¿Será que un taxista de antaño colgaba del espejo retrovisor un disco como este?

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4 comentarios:

Andrés Meza Escallón dijo...

Yo ahora me arrepiento de haber botado mis diskettes de 5''1/4, de haber vendido el computador Intel 286 y haber dejado perder el Mac que serían fuente de asombro para quienes en el futuro no conciban que hubiéramos usado tecnología tan primitiva. Será volver algún día al museo de Microsoft en Redmond para darnos ese gusto. :)

lftenorio dijo...

Yo boté una buena cantidad de cassettes, casi 500, que grabé durante años laboriosamente. A los bloggeros promedio quizá no les diga nada esto, pero si alguien de más calendarios lee esto, posiblemente recuerde tardes y noches enteras oyendo 88.9, Radioactiva, La X o las primeritas estaciones rock... en AM. Uno tenía que pasarse HORAS esperando que sonara una canción que uno quería y, cuando empezaba a sonar, escapaba uno de ganarse una hernia viendo que la canción desgranaba segundos y nada que el cabrón DJ se callaba y al final lo mismo, con el resultado que uno tenía que "editar" la canción, un eufemismo para introducir una pausa salvaje en la cinta que dejaba despuntada la canción... pero así se quedaba y era una especie de trofeo, hasta que la canción iba pasando de moda yalgún día, ya dejada de lado, la dejaban sonar completa. Y para complicar las cosas, según Murphy, cuando finalmente sonaba sin interferencias como a las tres de la mañana ¡la cinta ya estaba para acabarse!, gracias...
Años y años grabando esas canciones. Cuando llegaron los CDs, ese mismo glorioso momento en que entré a trabajar y pude comprarme finalmente los discos originales, consideré que los cassettes eran producto de una época involucionada de mi vida y cometí la suprema traición una mañana: se lo entregué a mi mamá, lo cual es como cuando la inquisición entregaba herejes a las autoridades seculares.
Mi traición ha salido carísima: varias de las canciones que todavía resuenan en mi memoria adolescente estaban ahí, pero jamás supe como se llamaban. Nunca pude comprar el disco, menos poner a Ares, Emule o cualquier otro a buscarla. Y la casi certeza de que me voy a morir acompañado por una melodía que sólo suena ahora en mi cerebro es la venganza de todos esos metros de cinta, que, al final, se salieron con la suya.

almaluz dijo...

Entonces en 1985 a mi mamá le dío por hacer una poda de esos discos chicos y viejos y me acuerdo que botó uno de Isadora que cantaba Llamarada.
3 años después fui a comprar rock en Español y en Cosmocentro sólo se conseguía un disco de Los Prisioneros y mi papá me lo regaló de cumpleaños, después andaba todo arrepentido porque yo ponía eso a todo volúmen cantando El Baile de los que Sobran; y como no se conseguía más en el mercado entonces me tocó esperar a que los viernes a las 8 pm en una emisora FM que ponían algunas canciones que no eran precisamente "baladas" pero que tampoco sabían como llamarlas, pusieran a "Mil Horas" de Calamaro para grabarla y luego tocaba devuelva y devuelva esa cinta con REW y ponga STOP para poner PLAY y oirla sin cansarme, entonces tocaba quebrarle las pestañitas al casete por seguridad porque por hacer eso tan rápido podía borrar la cinta.
En fin, Pues yo creo que se le puede preguntar a "Efe" el protagonista de La nostalgia del Melómano de Juan Carlos Garay, sobre más datos de Yolanda la que canta.

MAREÑA dijo...

Bueno creo que a todos nos pasó, arrenpetimiento total: regalé música original de los 60`s, cassettes originales y grabados por mis propias manitas y hacía como lftenorio, esperar en la radio para grabar, qué lindo... ahora queda el recuerdo