miércoles, 7 de marzo de 2007

Guerra Fría

Arduo amor ni ganado ni perdido
batalla sin derrota y sin victoria
”.
– Meira del Mar –

-“¿Me escuchas?”, gritaba él. El Muro le respondía de por medio con su eco.
-“¡Sí, te escucho, pero no te entiendo muy bien!”, le respondía ella aguzando sus sentidos entre tanto bullicio del otro lado.

Su comunicación era permanente. Desde hacía tiempo atrás, creía escucharla cuando el viento le arrastraba su voz, y a partir de eso le respondía creando un diálogo nunca fidedigno. Hablaban de todo en sus tácitos encuentros solitarios.

-“¡He pensado mucho en ti!” Luego de unos segundos esperando su respuesta, él volvía a decirle a su amada antes de despedirse: “¡No dejo de pensarte!” No sabía si ella lo escuchaba, no podía verla, nadie le confirmaba si aún estaba allí presente.

Estaban limitados por la fortificación de tamaño hormigón. Se había construido como medida preventiva para evitar sus propias tentaciones. Cuando se conocieron no había nada que los separara, pero lentamente se fue erigiendo piedra-de-duda tras piedra-de-duda, y la rutina del tiempo se encargó de sedimentar a la amistad en sólido concreto.


-“¡Te quiero!”, le declaró un día con todas las fuerzas de su voz.
-“¡Yo también! Siempre será así… Pero nada más”, le respondió ella con seguridad.
-“¿Siempre será así?”, le preguntó él. “¿Por qué? ¡Yo quiero amarte! ¡Estar contigo!
-“¿Por qué me lo dices apenas ahora? Yo, acá, ya tengo novio… ¿Creí gritártelo una noche? En verdad, lo siento mucho…”.
-“Pensé que era un mal rumor del viento…”, sollozó golpeando tremenda estructura.

Entonces él derrumbó el muro de 4m de altura y 47Km de largo que los separaban, pero era tarde. Ella no tuvo necesidad de construir base alguna para estar con otra persona. La caída del Muro acabó con su romántica Guerra Fría, en la que ninguno de los dos fue capaz de hacer algo por ganarla o por perderla contundentemente. Ambos eran libres ahora, sin nada que los aislara, pero también eran presos del sentimiento por no haber hecho algo inicialmente por superar su cobardía de no arriesgar su férreo aprecio por un suave amor.

Algún día, quizás… Aunque ya para qué…

2 comentarios:

MAREÑA dijo...

Sí, eso sucede muy a menudo:YO NO PUEDO, faltó sólo un esfuerzo y derribó la pared, por qué no lo hizo antes? siempre quedará esa pregunta...

Anónimo dijo...

Lo mejor es sacar pica y pala para tratar de derribar el muro, así uno sale de la duda y no se queda con el odioso "y si hubiera" en el aire.
A veces las amistades salen apaleadas luego de los intentos fallidos de relaciones amorosas, pero prefiero comenzar con una tibieza que puede convertirse en algo hirviente a la sosa simplicidad de no hacer nada.
Otras veces no queda nada o al menos hay que esperar a que el tiempo nos entregue sabiduría para ver si logramos recuperar a los amigos perdidos por esa vía.

Me encantó la foto porque se asemeja a unas que tengo de texturas.