Pero algo especial sucede cuando apenas vamos en camino y sin saber cuánto tiempo o distancia falta preguntamos, además de su ubicación, “¿ya vamos a llegar…?”. El caminante o la señora de la casa del sector responden amablemente “Claro… En un momentico llegan…” y lo confirman con un gesto de su mano indicando que “a la vuelta” se encuentra nuestra meta final. Arrancamos con la convicción de dejar atrás muchas horas de viaje.
Así, la curva del árbol acostado pasa y el puente con la imagen de la Virgen pasa y la casa rosada de dos pisos pasa, pero nada más pasa. Luego de varios minutos/kilómetros sin llegar, le preguntamos a un señor en bicicleta y fijo responderá “Ustedes, en carro, en cinco minuticos llegan…”. De esta manera aceleramos aún más para conquistar el paraíso prometido.
Otra vez en curso es igual si la carretera es pavimentada o destapada, si vamos solos o acompañados de día o de noche. La respuesta nos motiva a continuar lo más pronto posible, no tanto por el afán que llevemos sino por la seguridad de saber que efectivamente falta poco para llegar. En otras épocas, cuentan, la distancia se medía por el tiempo de consumo de un cigarro o tabaco a buen paso de arriero o de caballo manso, y era una estimación válida de cuán lejos estaba un lugar de otro. ¿Cómo sería en la actualidad? ¿A cuántos CD o canciones de MP3, como lo publicita en la radio un nuevo modelo de carro?
Una noche y en medio de un aguacero, nos tocó desviarnos por una carretera destapada a causa de un derrumbo por la vía principal. Pregunta tras pregunta nos respondían cosas similares. Parecía un complot contra los inesperados turistas: todos los pobladores de la región decían lo mismo. Ni siquiera nos mintieron o bromearon diciéndonos “¡están lejísimos!”. Su verdad era la demostración lingüística de la relatividad de Einstein.
En un capítulo de Los Simpson, Apu va para la India con Homero, quien no deja de preguntarle durante todo el vuelo “¿ya llegamos?”. ¿Cómo satisfacer esta ansiosa inquietud de un viajero? Él viene fatigado, amortiguado, con ganas de bajarse de su carro o su bicicleta (en el caso de los ciclomontañistas) para descansar su espalda y sus piernas. ¿Cómo hacerlo objetivamente, dejando a un lado nuestra territorialidad relativa frente a la cercanía o lejanía del sitio? ¿Cómo motivarlo a continuar sin mentirle pero igualmente sin maltratar su esperanza? Responder estas preguntas de un turista tiene la misma intención de responder cualquier pregunta en cualquier situación: con el alivio de una mentira o con el dolor de una verdad. Por ejemplo, ¿cuánto falta para que le diga a su pareja, si es necesario, que usted la o lo engaña con otra persona? “¿Un momentico…?”.
4 comentarios:
¿Pasear es sólo llegar al sitio? -El trayecto también hace parte del paseo.
Daniel me contó que en Lacordaire, un profesor decía: "... y recuerden que paseo sin muerto, no es paseo".
Pues ahora que camino por ciudad nueva, sin reloj ni celular y con un sol cuya trayectoria no cuenta las horas como estoy acostumbrado, he vuelto al tabaco como medida de tiempo/distancia.
Si a eso le combino la duración promedio de canciones en el MP3 resulta una gran forma de saber que voy muy tarde y que la próxima estación de Metro está hasta las tetas.
Mentiras, si sirve. Hasta ahora solo he llegado tarde a un sitio. Y no estoy todo el tiempo preguntando "ya vamos a llegar" porque el paseo hay que disfrutarlo. Así sea en un Metro hasta las tetas.
Hace muuuchos años cuando era adolescente, viajé con unos amigos a Girardot y queríamos visitar x sitio, al ver que no llegábamos preguntamos y nos dice el primero: como pa'llegar a Kennedy (y sus señales reglamentarias) no llegamos, volvimos a preguntar, el segundo : como pa'llegar a Kennedy y así a 5 individuos, ya a final todos decíamos:como pa'llegar a Kennedy......pero sí llegamos sin la ayuda de Kennedy
MUY INTERESANTE, COINCIDIO CON EL PASEO QUE TUVE ESTA SEMANA SANTA POR EL HUILA, DONDE FUIMOS A AVENTURIAR Y DEBIAMOS PREGUNTAR A LA GENTE, QUE NOS RESPONDIA "AQUISITO NO MAS ES...".
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