Por todo ese tiempo, a mi dedo le sería prohibido su derecho a quitar legañas (no sabía que la primera acepción de la palabra en Español se escribe con ‘e’, como el nombre del sobrino de Condorito, Coné) de mi ojo derecho por su suciedad aparente, una mancha color rojo-sangre-coagulada-en-algodón-usado. ¿Quién rascaría a la nariz o a la oreja del estribor de mi cuerpo? El índice izquierdo compadecía a su antípodo compañero por perderse de proporcionar tan placentero y necesario reflejo. El dedo meñique derecho ofreció sus servicios desde la banca como buen suplente del equipo diestro.
La primera foto fue tomada una hora después de mi elección: voto en blanco en todas las candidaturas. La siguiente foto, 10 horas después, muestra la notable desaparición de la temida mancha. Me había bañado las manos con la frecuencia normal y sin mayor restriego: al lavar los platos, antes de comer, después de limpiar el arenero de Mora, en seguida de sacar la basura, luego de ir al baño…
¿Se había absorbido a mi cuerpo? ¿Dónde estaba tan efectivo tinte? Sólo mi uña había hecho las veces de teflón ante la sombra que pretendió cubrirla. Si era así, con algo de malicia y bastante jabón, mi dedo se libraría del veto impuesto para votar de nuevo (en blanco otra vez: no había nadie por quién hacerlo), pero sería un dato de gran ayuda (no sé exactamente cómo) para quienes trafican con votos.
24 horas después, mi dedo se había desprendido en gran parte de su obligatorio maquillaje. Soñaba él nuevamente con ser igual a los demás colegas y probar sin discriminación el arequipe, tomar el pan sin fingir ser dedi-parado, y ayudarle a sus compañeros a extirpar alguna espinilla. Ya no serían 15 días de condena: por buen comportamiento su pena se había reducido.
La presidenta de la mesa dijo que no votaría porque se le dañaba la manicura del día anterior. Creo que este pretexto para no participar de la democracia, así sea en forma blanquecina, supera en años luz a mi disculpa de haber asistido a las urnas ese día: el certificado electoral (que no entregaron, “¡Ough!”) para el descuento en el valor de la matrícula en Univalle.
La democracia colombiana es la suma de excusas (chimbas) de sus ciudadanos. Y así, después, nos quejamos del Gobierno turnado.
Así luce hoy.
5 comentarios:
Me encanta la última foto y siento que no te hayan dado certificado para tus fines educativos.
Mira que tienes talento para encontrarle vueltas a las cosas más mínimas.
Pues aparte del segundo párrafo que me pareció enrredadísimo (tuve que leerlo dos veces para entender bien lo que decía) el texto está una chimba. Me reí bastante, los supuestos bajo los que funciona nuestro sistema electoral definitivamente no aguantan la malicia indígena del que se quiera hacer el vivo.
tengo una IDEOTA si antes de la votación se mete el dedo en colbon haciendo una capa para evitar el contacto con la tinta, mentiras que tal que explote por la reacción de esa tinta con el colbon.=P,
Lo del segundo comentario si es un poco enrredado pues que tiene que ver condorito, su sobrino y coné con todo eso no deberia ser en () sino otro tema en otro blog. Aunque recuerda que mi forma de leer y escribir es de camionero y que Meza ya esta viejito y depronto no entiende, y yo le sigo la correinte por mi forma de leer y escribir, y si estoy mal la culpa la tiene Meza por confundir a la masa ignarente e inocente de este país.=P
El pasado miércoles 18 de julio, en horario AAA de la novela de moda, la Comisión Nacional de Televisión pasó una propaganda instructiva sobre cómo votar para las "próximas elecciones del 8 de julio". Increíble que antes de las dichosas votaciones no hayan pasado tal publicidad y doblemente increíble que la pasen dos semanas después.
Con ella entendí que mi voto había sido anulado por haber marcado en blanco todas las casillas de los diferentes partidos.
Son claros los resultados de la ignorancia de la democracia.
Publicar un comentario