miércoles, 2 de enero de 2008

León y elefante

Desde septiembre y hasta diciembre, de lunes a viernes, fui a un restaurante vegetariano. Queda cerca al trabajo y la calidad de los alimentos es excelente. Los sábados y domingos la dieta verde se rompía por almorzar "comida normal", así que por definición técnica no soy vegetariano.

“Eso es cuestión de actitud”, me explica la administradora del local, que conlleva un estilo de vida con una cultura alimenticia radical: cero carnes. "Usted se está comiendo a un ser vivo en estado de descomposición... es un cadáver lo que le sirven a la mesa... ¿Le parece justo quitarle la vida a un animal habiendo tantas cosas en la naturaleza?". Con esas palabras, un pedazo de carne de lo que sea ya no es un mero pedazo de carne.

El discurso es válido hasta cuando afirma, y estoy de acuerdo, que "tienen alma". Pero siendo igualmente radicales, una planta, como ser vivo, también tiene alma, y prácticamente se la robaríamos en cada bocado.

En Nariño el puerco-hornado es un plato tradicional: Un marrano joven preparado con especias en un horno de leña encerrado. Nuestra invitada a la mesa fue una cerdita de mirada tierna y tremendas nalgas.

Fue sacrificada y llevada a la casa de la señora que prepara bajo pedido el tradicional plato.

Allí conocí a otras víctimas del hambre de los humanos: la escena de carnicería se torna espeluznante.

El 31 de diciembre antes de medianoche los comensales ya nos chupábamos los dedos satisfechos. Su sabor supera al de la lechona, plato más conocido e igualmente aceptado en el ámbito alimenticio.

Ahora en enero vuelvo al restaurante vegetariano. Hay una pizca de culpa y una buena porción de flexibilidad en mí ahora. Al asumir posiciones hay que tener el carácter de defenderlas a toda costa, sin irrespetar las de los demás. Hay que ir más allá del hecho de tomar la decisión. Y es difícil mantenerla en un mundo donde priman las mayorías; lo sé.

Así que con ese consuelo de libertad y buen gusto, seguiré siendo carnívoro y vegetariano.

5 comentarios:

El Marqués de Carabás dijo...

León:

Costillitas de cerdo ahumadas.
Punta de anca a la llanera.
Filete de pollo asado.
Camarones gratinados.

Elefante:

Croquetas de espinaca.
Lasagna de berenjenas.
Sopa de quinua.
Brócoli al vapor.

¿Carnívoros o vegetarianos?

Andrés Meza Escallón dijo...

Bueno, para tu consuelo, yo soy un budista al que sus convicciones le duran hasta que se enfrenta a una bandeja paisa... :(

Natalia López dijo...

Al final del artículo me parece que hay una posición clara, ciertamente hay comidas a las que no se les puede decir que no, tengan alma o no la tengan ¨_¨

Anónimo dijo...

Querido Marques: las imagenes recopiladas de tu investigacion son bastante graficas y poco despiertan el deseo de comer carne; sin embargo al conocer el hornado, saborearlo y disfrutarlo te puedes dar cuenta que es uno de los platillos mas agradables de la gastronomia nariñense, sentimiento que no despierta tu artículo...como buen nariñense que eres...

El Marqués de Carabás dijo...

Claro que me di cuenta de su sabor, Anónimo o Anónima...

Ñam, ñam, ñam...

¡Uhm...!