miércoles, 3 de marzo de 2010

Amores mascotescos

“Imagínate una relación perfecta. ¿Cómo describirías tu vida con esta persona? La manera en que te relacionas con ella será, exactamente, la manera en que te relacionas con un perro. Un perro es un perro y hagas lo que hagas, seguirá siendo un perro. Aceptar este hecho en tus relaciones con otros seres humanos resulta fundamental. No es posible cambiar a las personas, las amas tal como son o no las amas; las aceptas tal como son o no las aceptas. Intentar cambiarlas para que se ajusten a lo que tú quieres que sean es como intentar que un perro se convierta en un gato o que un gato se convierta en un caballo. Es un hecho: son lo que son y tú eres lo que eres”.

Tomado del libro de sabiduría Tolteca La Maestría del Amor, de Don Miguel Ruiz.

El resto del texto (que me llegó por correo electrónico tipo spam, como El Marqués) gira en torno a esa tesis.

Totalmente cierto. ¡Fácil! Sería la respuesta más concisa a la irresoluta pregunta de qué es el amor. Todo niño preguntón se sentiría satisfecho con la sensata explicación.

¿Pero en qué momento la cosa no resulta tan obvia?

Porque los que hemos tenido mascota sabemos que nuestro amado perro no grazna, bufa o ulula, pero queremos que no se orine en el sofá de la sala. Entonces, tratamos de “educarle” para que haga pipí cuando sale de la casa a las horas que mejor nos cuadren en el horario.

Cierto, no pedimos que nuestro gato ponga un huevo o que un caballo serpentee o que el loro dé leche, pero nos contentamos con que al menos nos haga caso cuando lo llamamos y que se sepa al menos un truco, una gracia, un hábito que nosotros le enseñemos. Lo mínimo para una convivencia animal consensuada con otro animal, ¿o no?


Entonces, según los Toltecas, no podemos hacer que nuestra pareja exprese sus sentimientos como nosotros lo hacemos; que tenga los mismos detalles que nosotros, gustosos, le hacemos; que nos acaricie con el mismo deseo que le transmitimos; que nos mire hasta perderse en la oscuridad del silencio donde nos encontramos. Y a pesar de ello, seguiremos amando a esa persona tal como es.

Aunque cierto, ¿es posible? ¿No nos mentimos si decimos que TODO nos gusta de nuestra pareja, y negamos el querer enseñarle un truco o cambiarle alguna de tantas mañas que nos molesta? ¿Seguros? De alguna forma, queremos “amoldarnos mutuamente” a nuestro antojo.

Las cosas en el amor son complicadas, son duras, son crueles, son dolorosas. Si no fueran así, no nos daríamos cuenta de cuán hermoso lo es en otros momentos. Su realidad se conoce a partir del contraste, a pesar de saber que a las personas no las podemos cambiar.

Si para usted son fáciles estas cosas, usted es el último descendiente Tolteca o es un cómodo-sumiso que teme enfrentarse a amar con todos los peros que eso significa. Y le cuento, por chisme nada más: esa vaina no es tan simple como dicen, por el mero hecho de que no hay certeza en él.


No sé si por eso me enredé la vida estudiando Ingeniería, tratando de encontrarle soluciones a problemas que nadie ha formulado. Como el del amor, por ejemplo. Y es entonces cuando canto a Calamaro:

No importa el problema, no importa la solución.
Me quedo con lo poco que queda, entero en el corazón.
Me gustan los problemas, no existe otra explicación,
Ésta sí es una dulce condena…”.

A propósito, creo que la empresa que más fácil se gana el dinero es la que produce las tarjetas y afiches con la leyenda “amor es…”. No necesitan tener un complemento verdadero a su frase, jamás lo tendrán y seguirán vendiendo ideas que pretenden “pegarle al perrito”.

Mejor.

Así, el amor seguirá siendo el mejor problema, la más misteriosa coincidencia, la ruta más incierta para vivir, “la difícil, la que usa el salmón”.

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8 comentarios:

MArthe... y Manuelé dijo...

Ah... ¡me encantó!

Es totalmente cierto, el día que llegué a casa y Manchas había destruido varias cosas entre ellas un billete de 10.000 y otro de 5.000 caí en una furía espantosa; por primera vez quise patear (literalmente) a un animal, tuve que encerrarlo en el patio y limpiar el desorden mientras lloraba amargamente... pero no lloraba por el dinero... Pues finalmente es un bien efímero, lloraba por la tristeza de sentir que había hecho todo lo posible para hacerlo feliz y él no lo era... sentí que era una mala persona y que no debía tener animalitos. :( Ese es un amor mascotesco no correspondido, pero luego, vino él casi arrastrándose hacia mi, con sus ojitos de botón, con el hocico mojado a olerme el pie con cara de "no sé qué hice mal, pero estas brava y yo quiero que estes contenta conmigo"... Entonces me calmé, lo miré con desdén y lo acepté de a poquitos a mi lado..

Ahora lo dejo sin dinero al alcance de su hocico.

Carlos E dijo...

Creo que la sabiduria Tolteca como todo tiene sus puntos debiles y el simil utilizado no aplica... por lo general uno no espera que su novia/esposa se convierta en otro animal... bueno algunos dependiendo de la region del pais, podrian desear que se volviera burra ;-) pero en fin uno solo quisiera que cambiaran algunos comportamientos, como que no se orinara en la pata del asiento (como bien lo dijo el Marques), pero finalmente y despues de un tiempo te das cuenta que las cosas maravillosas de tu pareja son mucho mas valiosas que esas cosas que te incomodan y aprendes a limpiar el asiento sin que queden sentimientos adeversos de por medio...

LF dijo...

Esto de relacionarse y más cuando hay sentimientos o emociones de por medio es toda una escuela.

Pienso que muchos comportamientos se pueden cambiar y la vida del ser humano cobra más sentido cuando camina en pro de crecer, de ser mejor, teniendo muy claro que no hay perfección pero puedo asegurar que por amor he cambiado y he generado cambios, por amor del real, me falta mucho aun, sigo en proceso.

Hasta con las mascotas lo podemos aplicar, esas mal criadas, han cambiado cuando les ponemos disciplina (recorde el programa de Animal planet, el encantador de perros) Tolerancia, sí, comprension también, Amor, Claro y algo vital: orden y fuerza para crecer juntos.

Anónimo dijo...

No soy la última de la descendencia de los toltecas pero si he sido una COJONUDA de las mas grandes que ha podido pisar el planeta... El ser humano es una cosa complicada; si se le tiene feliz entonces manifiesta que le hace falta una peleita de vez en cuando porque ¡ay que berraquera la reconciliación! y si se le mantiene la ternilla prendida entonces que hartera, que maruja para alegar... que se calle, que agarre el monte.
La verdad... el amor es como vasito lleno de estiercol, con un barquillito y una cerecita en su cúspide; cuando te comes la cereza y el barquillito, lo que sigue de ahí para abajo es puera y física M...

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Muy cierto lo que dices, en el amor a pesar de que las personas digan que aman todo de su pareja, en el fondo siempre van a querer cambiar algo de él (ella), pero las personas son como son y no puedes cambiarlas… tan solo intentar educarlas y esperar que aprendan, ese es una de las muchas partes que conforman el "amor".

Y hasta el momento creo que si los hay, son escasos, las parejas que en realidad no quieran cambiar algo.

att: W.K.

LADY MARY dijo...

Reconozco el amor en mi cuando llego a ver de manera perfecta a alguien imperfecto y decido perdonarlo por no ser como yo quisiera que fuera. La paz y la guerra comienzan entre dos y en casa; por eso trato de que mi familia viva feliz. Pero todavía hay en mi mucha indiferencia hacia situaciones de ellos y por eso tendrán que perdonarme por no ser como ellos quisieran que yo fuera.
En cuanto a los perros ……a veces quiero tener uno para que mire cualquier programa sin pedirme que cambie el canal.

Andrés Meza Escallón dijo...

Bueno, tal vez el propósito del "problema" del amor no es resolverlo, sino crecer intentando formas creativas de resolverlo. n_n