Ver tantas herramientas en una ferretería alborota mi antojo por tenerlas. Desconozco el uso de la mayoría de ellas, pero en mi imaginación sé que las necesitaré algún día. ¿Para qué? Para algo servirán. Las pocas que paulatinamente he comprado están bien guardadas, pero cuando las uso, muy eventualmente, lo hago con el gusto de saber que son mías y que las puedo utilizar aunque sea para apretar media vuelta un tornillo cualquiera. Igual me pasa en una librería. El detalle es saber cómo y cuándo, como paso avanzado del conocimiento.
Pues bien, bajo esta premisa me inscribí a un seminario taller, con la convicción de que tal temática, desde su técnica, me ayude más adelante a solucionar hipotéticos problemas en hipotéticas empresas que hipotéticamente me contraten para ello. Desde hace tiempo quería hacerlo (y no sólo en ese tema, claro está), pero la incertidumbre giraba en torno al costo de dichos cursos, la oportunidad de aplicarlos y la afinidad personal por ellos. Toda esta disertación sentará sus bases solamente tomando el curso y evaluándolo cuando llegue tal hipotético día. Sería como comprar una guaya flexible para mototool de ½”: inicialmente parecería un gasto, pero cuando la requiera habrá sido una inversión.
Ahí estaba yo, en mi primera cátedra. Nuevamente en un aula de clase, mejor equipada que las de otros tiempos, y lejos de parecerse a los cafés, donde también aprendo más de la vida misma con una buena charla (la catalogo igualmente como educación no formal). Tenía más emoción que expectativas por la curiosidad de algo nuevo, en saber qué más hay detrás de una vaga idea de un tema de mi carrera como Ingeniero Industrial. Mi atención estaba puesta en las diapositivas y en los ejemplos de un experto en la rama. La necesidad de aprendizaje de mis compañeros estaba manifiesta, y con ella participaban activamente desde su vivencia diaria en casos específicos. Yo, atento, escuchando, aprendiendo.
Volver a clase luego del pregrado es extraño. Con unos años encima y desde la experiencia laboral (en mi caso, un recuerdo de trabajos anteriores) uno valora más el aceptar que los conceptos teóricos no se parecen en nada a la realidad de los empleos; uno goza más la oportunidad de aprender desde algo tangible y no desde lo que el libro o el profesor dicen. Y claro, uno es consciente de que es la plata de uno la que paga el curso.
Es mágico el hecho de aprender cosas nuevas cuando son los años los que pulen el interés en algún campo de la vida. ¿Cómo será tomar el diplomado en Fotografía, o esa maestría en Historia, o la especialización en Bioética, o el Doctorado en Recursos Humanos, u otra carrera como Ingeniería Genética o una licenciatura en Literatura? Lejos claro, para mi profesión, de la consabida especialización en Finanzas, Mercadeo o Calidad, que tampoco me aseguran que mi situación laboral mejore. Ante tal incertidumbre y con la posibilidad de darme gusto, confiando en Dios espero escoger entre las primeras opciones. ¿Para qué...?
Pues bien, bajo esta premisa me inscribí a un seminario taller, con la convicción de que tal temática, desde su técnica, me ayude más adelante a solucionar hipotéticos problemas en hipotéticas empresas que hipotéticamente me contraten para ello. Desde hace tiempo quería hacerlo (y no sólo en ese tema, claro está), pero la incertidumbre giraba en torno al costo de dichos cursos, la oportunidad de aplicarlos y la afinidad personal por ellos. Toda esta disertación sentará sus bases solamente tomando el curso y evaluándolo cuando llegue tal hipotético día. Sería como comprar una guaya flexible para mototool de ½”: inicialmente parecería un gasto, pero cuando la requiera habrá sido una inversión.
Ahí estaba yo, en mi primera cátedra. Nuevamente en un aula de clase, mejor equipada que las de otros tiempos, y lejos de parecerse a los cafés, donde también aprendo más de la vida misma con una buena charla (la catalogo igualmente como educación no formal). Tenía más emoción que expectativas por la curiosidad de algo nuevo, en saber qué más hay detrás de una vaga idea de un tema de mi carrera como Ingeniero Industrial. Mi atención estaba puesta en las diapositivas y en los ejemplos de un experto en la rama. La necesidad de aprendizaje de mis compañeros estaba manifiesta, y con ella participaban activamente desde su vivencia diaria en casos específicos. Yo, atento, escuchando, aprendiendo.
Volver a clase luego del pregrado es extraño. Con unos años encima y desde la experiencia laboral (en mi caso, un recuerdo de trabajos anteriores) uno valora más el aceptar que los conceptos teóricos no se parecen en nada a la realidad de los empleos; uno goza más la oportunidad de aprender desde algo tangible y no desde lo que el libro o el profesor dicen. Y claro, uno es consciente de que es la plata de uno la que paga el curso.
Es mágico el hecho de aprender cosas nuevas cuando son los años los que pulen el interés en algún campo de la vida. ¿Cómo será tomar el diplomado en Fotografía, o esa maestría en Historia, o la especialización en Bioética, o el Doctorado en Recursos Humanos, u otra carrera como Ingeniería Genética o una licenciatura en Literatura? Lejos claro, para mi profesión, de la consabida especialización en Finanzas, Mercadeo o Calidad, que tampoco me aseguran que mi situación laboral mejore. Ante tal incertidumbre y con la posibilidad de darme gusto, confiando en Dios espero escoger entre las primeras opciones. ¿Para qué...?
Por ahora, al terminar el seminario tendré una guaya flexible para mototool de ½”. Luego me hará falta comprar el mototool. Para algo servirá…
6 comentarios:
Mototool de 1/2'' con broca de 1/64''. Decí eso en el laboratorio de electrónica y todo el mundo sabrá que estás abriendole los huecos a una PCB para soldarle los elementos.
La educación del pasillo de universidad, de mesa de café o extra cubicular [tipo oficina] es la que permite concretar las cosas. El cemento entre el ladrillo.
Suerte en tu curso. Rotas la guaya, yo tengo mototool. Despues te haces el de la pistola neumática pa' romper pavimento.
Pues aunque por ahora no tengas claro en qué podrías aplicar específicamente lo que estás viendo en este curso en particular, creo que lo verdaderamente importante es estar en la disposición de aprender algo nuevo.
Chévere que tus compañeros de clase también estén más interesados en encontrar herramientas y respuestas a los problemas que viven en sus trabajos; los vagos que en pregrado sólo iban por la nota o por cumplir no eran el mejor estímulo. Ojalá este nuevo entorno te ayude a identificar nuevas formas de hacer las cosas, HACER CONTACTOS y cómo no, poner en apuros a los profesores con tus acostumbradas preguntas desconcertantes... ;)
Bueno, creo que mucha gente tiene la mania de comprar entre otras cosas herramientas que no saben ni como ni cuando, pero seguramente algún día usarán.
Eso dice mi esposo, aunque cuando hace alguna reparación noto que generalmente le falta por lo menos un tornillo.
Será que a ti te va a pasar lo mismo? Sería bueno tener unos cuantos de repuesto no?
Me haces acordar cuando mi novio (hoy mi esposo) compraba Mecánica Popular y al leer cómo construir tal cosa decían: vaya al puerto más cercano y consiga...cuando nosotros vivíamos en Bogotá jajaja y así con muchas referencias de ese estilo. Tita tiene razón cuando mi esposo arregla algo siempre que acaba volteo a mirar y veo no uno, unos cuantos tornillos que quedaron por fuera, la respuesta es: Ahh no eso no importa, y la máquina de coser empezó a coser de para atrás jajaja.
Si necesitas vocabulario ferretero tengo un poco de experiencia (antigua claro está) por ejemplo sabes qué un raboruncho?
raborruncho
Yo creo que la respuesta la tenés vos. Solo vos sabés si debés estudiar X cosa, que generalmente no se hace para aprender. Perio bueno, te deseo que aprendás mucho y que algún día te sentés a estudiar porque ya tenés un mototool y deseás mejorarlo.
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