En mi primera clase de postgrado se enunció una de las leyes que caracterizan al Pensamiento Sistémico. Palabras más, palabras menos, dice: “cuanto más se presiona, más presiona el sistema”. Es decir, cuanto más me esfuerzo la primera vez, más tengo que esforzarme en otra oportunidad.
Si a la mujer que nos gusta la llamamos de manera continua (presión al sistema), nos convertimos en intensos, un adjetivo que se volvió sustantivo por culpa del enamoramiento. El sistema compensa dicha presión amplificando la compensación de la situación a través del desdén de la candidata y su categorización radical del sujeto como ‘cansón’.
Hasta ahora, desde el pregrado en Ingeniería, conocía la tercera ley de Newton que afirma que “a cada fuerza de acción corresponde una fuerza de reacción igual y opuesta”. Por ejemplo, si alguien nos hace un favor quedamos en deuda hasta que lo paguemos en iguales condiciones.
Si a la mujer que nos gusta la dejamos de llamar de manera continua, el sistema se retribuye equitativamente: “si él no me llama, pues yo tampoco lo llamo…”. Tal vez Newton partió de la ley del talión o los humanos volvimos a imponer lo que nos parece justo según la injusticia de los demás sobre nosotros. Así, la misma candidata hace un reclamo disfrazado de curiosidad: “¿por qué no me llamaste?”.
Ambas premisas hablan de una retribución luego de una acción, pero su magnitud de realimentación varía. Es ahí cuando se aprovecha lo mejor de estudiar: ver las cosas desde fuera de lo absoluto. ¿Con qué formulación se comportan “los cuerpos” de este sistema y desde qué perspectiva se “analizaría” una relación sentimental? Ni la sistémica ni la física dan cuenta de ello.
La retroalimentación de este sistema no es consistente. La solución no corresponde a la situación. Los cuerpos o el sistema cambian de lógica cuando los embriaga el amor. Luego de una presión en la otra persona, generamos una impresión de nosotros mismos, lastimosamente desproporcionada para bien o para mal de la verdadera: ‘intenso’ o ‘ingrato’.
Tal vez más adelante la experiencia nos dé herramientas para discernir lo conveniente, para aprender qué causa la explosión o la implosión de un amor. Aunque otro de los postulados del pensamiento sistémico contradiga esta intención: “es verdad que se aprende mejor de la experiencia, pero como las consecuencias de nuestros actos no vienen inmediatamente después de realizarlos, es imposible encontrar la relación”.
El aprendizaje continúa. Y con esta oportunidad de estudio nuevas alternativas de comprender el mundo o el amor vendrán para hacer con él o de él algo mejor de uno.
Si a la mujer que nos gusta la llamamos de manera continua (presión al sistema), nos convertimos en intensos, un adjetivo que se volvió sustantivo por culpa del enamoramiento. El sistema compensa dicha presión amplificando la compensación de la situación a través del desdén de la candidata y su categorización radical del sujeto como ‘cansón’.
Hasta ahora, desde el pregrado en Ingeniería, conocía la tercera ley de Newton que afirma que “a cada fuerza de acción corresponde una fuerza de reacción igual y opuesta”. Por ejemplo, si alguien nos hace un favor quedamos en deuda hasta que lo paguemos en iguales condiciones.
Si a la mujer que nos gusta la dejamos de llamar de manera continua, el sistema se retribuye equitativamente: “si él no me llama, pues yo tampoco lo llamo…”. Tal vez Newton partió de la ley del talión o los humanos volvimos a imponer lo que nos parece justo según la injusticia de los demás sobre nosotros. Así, la misma candidata hace un reclamo disfrazado de curiosidad: “¿por qué no me llamaste?”.
Ambas premisas hablan de una retribución luego de una acción, pero su magnitud de realimentación varía. Es ahí cuando se aprovecha lo mejor de estudiar: ver las cosas desde fuera de lo absoluto. ¿Con qué formulación se comportan “los cuerpos” de este sistema y desde qué perspectiva se “analizaría” una relación sentimental? Ni la sistémica ni la física dan cuenta de ello.
La retroalimentación de este sistema no es consistente. La solución no corresponde a la situación. Los cuerpos o el sistema cambian de lógica cuando los embriaga el amor. Luego de una presión en la otra persona, generamos una impresión de nosotros mismos, lastimosamente desproporcionada para bien o para mal de la verdadera: ‘intenso’ o ‘ingrato’.
Tal vez más adelante la experiencia nos dé herramientas para discernir lo conveniente, para aprender qué causa la explosión o la implosión de un amor. Aunque otro de los postulados del pensamiento sistémico contradiga esta intención: “es verdad que se aprende mejor de la experiencia, pero como las consecuencias de nuestros actos no vienen inmediatamente después de realizarlos, es imposible encontrar la relación”.
El aprendizaje continúa. Y con esta oportunidad de estudio nuevas alternativas de comprender el mundo o el amor vendrán para hacer con él o de él algo mejor de uno.
6 comentarios:
Un sistema, entre más variables maneje, más complejo se vuelve. Creo que tu sistema tiene más agentes y variables que sólo vos y tu hembrita, por lo que la física lineal tal vez no sea suficiente para predecir los resultados en el mundo real.
Intenta con la física cuántica. A niveles subatómicos, el mundo es casi tan impredecible como las mujeres... ;)
Sobre la escritura, a mí me gustó, pero creo que estas volviendo a tu estilo de antes del blog... me gustaba más el giro que le estabas dando a tu narrativa a partir de este ejercicio.
No entendí y eso que yo soy mujer, pero lo de la sistémica suena muy interesante.
No existe nada mas dificil que encontrar la formula exacta para entender el amor, este no es un sentimiento "Tangible" que salga de una operacion matematicas.
En cuanto a tus escrito dejame decirte que me gustan mucho...
En ellos se puede sentir el olor fresco del sello que te identifica....
Me gusto mucho y sobretodo que cuando uno ve las terías tan lejanoas, sólo para los matemáticos o físicos, y tu las traduciste(no se si eso lo escribi bien=))al lenguaje común, las acercaste, las aplicaste a la vida diaria para que so se oculten en las ciencia.
Del amor no voy a decir más que esto: tiene mucho de decisión. No le des tanta vuelta Darío, el análisis podés hacerlo después pero en el momento se actúa. Y no sólo en el amor sino en cada momento de tu vida debes tomar algún camino.
Es curioso que Meza hable de intentar con la física cuántica porque uno de las interpretaciones más conocidas dice que a cada instante se toman decisiones a nivel subatómico y el Universo se escinde en múltiples caminos co-existentes. Tu decisión macro es producto/causa de cuasi infinitas decisiones micro, así que podrías tener el consuelo (de tontos, tal vez) de que al tomar una, tomaste todas las decisiones posibles.
Finalmente, eso de cuanto más se presiona, más presiona el sistema es parcialmente cierto. Estás ignorando que el sistema presiona porque intenta retornar a su estado de equilibrio. Pasado cierto punto (de quiebre) el sistema encuentra un nuevo equilibrio o se destruye. Un sistema de equilibrio dinámico (que se mantiene en un estado de equilibrio inestable gracias a una entrada constante de energía, más o menos) puede cambiar de estados de equilibrio a medida que es presionado y su reacción no necesariamente implica una presión sobre el actor inicial.
Siguiendo con tu analogía, una relación es un sistema de equilibrio dinámico: constantemente debe ser alimentada con energía, lo que le permite responder con flexibilidad a los cambios, y se destruirá cuando la entrada de energía se acabe, se exceda o la presión externa la empuje por fuera de un estado viable de equilibrio.
Y ya, es todo.
PD: Mentiras, no es todo. El cuento del equilibrio dinámico es bien interesante, si quieren saber más busquen a Ilya Prigogine. A los de la PUJ Cali, sé que la biblioteca tiene el libro (allá conocí esto por primera vez).
Pues gracias por la invitación a tu blog, algo había escuchado entre comentarios formales de corredor.
Sobre tu tema, yo creo que es un temazo pero así como Andrés, apoyo la moción de necesitar más decisiones y menos neuronas haciendo ruido cuando se trata de ver a las parejas en giros subjetivos.
Tendría un par de precisiones por sugerir, reconociendo que soy caminante nueva de este, tu espacio.
Primero, el asunto de los sistemas humanos está hecho de re conceptualizaciones. Te sugiero a Bronfenbrener (1987) y todo su asunto de la ecología del desarrollo humano...linda teoría si andás encarretado.
No se si es presión palabras más o palabras o palabras menos, me atrevería a decir que son movimientos de los individuos cuya armonía genera desplazamientos en todos y todo. Como un movil colgando sobre la cuna de un bebé, movés a uno y todos variarán su posición.
Otra cosa, de las relaciones de pareja muchos han tratado de dar cuenta en investigación formal. Ximena Arriaga se dedica a estudiar los noviazgos en todas su formas y versiones, publica mucho, tengo algunas cosas si qusieras verlas. Eso pensando que la sistémica, la cuántica y casi todo el mundo, tendrá algo para aportar en este asunto pluricausal (por decirlo menos).
Del asunto del aprendizaje por experiencia...podemos aprender algo sin vivirlo?.
Y de mis cosecha subjetiva, bienvenidas las relaciones de pareja sanas, sin adjetivos y sin sustantivos, sin que falte la razón y donde no haya nada mejor que despertar en los brazos amados. Cuánto de presión se necesitará?.
Así como dijo Cortázar, sin olvidar que para decir "yo te amo", primero hay que pronunciar ese "yo".
Estaré atenta a estos vuelos tuyos, gracias otra vez!.
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