Así como la tasa de cambio es relativa, la historia de mi primer millón de pesos también lo es. Para tararear la canción de Bacilos tendría que ajustarlo a la TRM del día ($1.968,06), y sacarle ritmo al verso que habla de “mis primeros quinientos ocho dólares con once centavos”.
La diferencia con los otros primeros millones está en su origen. Legal, por supuesto, pero de un trabajo totalmente distinto a los anteriores, de los que no menosprecio para nada la experiencia (más personal que profesional) adquirida.
Es sólo un millón de pesos. Lo que mis compañeros de universidad se ganaban en su práctica laboral hace cinco años. Lo que pagaba por vivir en una cabaña en medio de la Sabana de Bogotá hace cuatro años. Lo que recibí por participar en un proyecto de investigación nacional hace tres años. Lo que nadie me consignó por estar desempleado durante meses hace dos años. Lo último que retiré de la cuenta de ahorros luego de renunciar por seguridad hace un año. Lo que recibí por leer, escribir y tomar fotos en mi nuevo trabajo este último mes como gerente de proyecto de una revista de ingeniería.
Es una parte de lo que muchos de ustedes gastan mensualmente, y un porcentaje frente a lo que gana un ingeniero promedio en la industria. Claro, hay excepciones, pues conozco compañeras que ganan un poco más del mínimo, y colegas que facturan en dólares la hora de consultoría. Mi primer millón también es una excepción a la regla, porque se basa en algo que no había intentado antes de lleno: el mero gusto, lejos de la necesidad, lejos de la obligación. Claro, sirve para las necesidades y las obligaciones del día a día, pero el haberlo obtenido con gozo multiplica su valor y gratifica el empeño. Es la materialización del dicho aquél: “lo importante no es hacer lo que se quiere, sino querer lo que se hace”.
Ya lo había experimentado hace un tiempo atrás pero sin ningún contrato laboral estable. La primera vez que vendí una de mis pinturas, por ejemplo. Fueron sólo $40.000 y sirvieron para comprar materiales y poder hacer otras obras que fueron vendidas o regaladas. Recientemente, el pago de una fotografía digital para una revista institucional: $13.000. Todos los escritos para El Clavo, otros impresos y esta bitácora han sido gratuitos, pagados únicamente con la satisfacción propia de publicar (antes que perecer).
¿En qué voy a gastar mi primer ‘palo’? Pagando la última cuota del semestre del postgrado. Ya llegarán más primeros y enésimos millones para otras cosas. Así es.
La diferencia con los otros primeros millones está en su origen. Legal, por supuesto, pero de un trabajo totalmente distinto a los anteriores, de los que no menosprecio para nada la experiencia (más personal que profesional) adquirida.
Es sólo un millón de pesos. Lo que mis compañeros de universidad se ganaban en su práctica laboral hace cinco años. Lo que pagaba por vivir en una cabaña en medio de la Sabana de Bogotá hace cuatro años. Lo que recibí por participar en un proyecto de investigación nacional hace tres años. Lo que nadie me consignó por estar desempleado durante meses hace dos años. Lo último que retiré de la cuenta de ahorros luego de renunciar por seguridad hace un año. Lo que recibí por leer, escribir y tomar fotos en mi nuevo trabajo este último mes como gerente de proyecto de una revista de ingeniería.
Es una parte de lo que muchos de ustedes gastan mensualmente, y un porcentaje frente a lo que gana un ingeniero promedio en la industria. Claro, hay excepciones, pues conozco compañeras que ganan un poco más del mínimo, y colegas que facturan en dólares la hora de consultoría. Mi primer millón también es una excepción a la regla, porque se basa en algo que no había intentado antes de lleno: el mero gusto, lejos de la necesidad, lejos de la obligación. Claro, sirve para las necesidades y las obligaciones del día a día, pero el haberlo obtenido con gozo multiplica su valor y gratifica el empeño. Es la materialización del dicho aquél: “lo importante no es hacer lo que se quiere, sino querer lo que se hace”.
Ya lo había experimentado hace un tiempo atrás pero sin ningún contrato laboral estable. La primera vez que vendí una de mis pinturas, por ejemplo. Fueron sólo $40.000 y sirvieron para comprar materiales y poder hacer otras obras que fueron vendidas o regaladas. Recientemente, el pago de una fotografía digital para una revista institucional: $13.000. Todos los escritos para El Clavo, otros impresos y esta bitácora han sido gratuitos, pagados únicamente con la satisfacción propia de publicar (antes que perecer).
¿En qué voy a gastar mi primer ‘palo’? Pagando la última cuota del semestre del postgrado. Ya llegarán más primeros y enésimos millones para otras cosas. Así es.
5 comentarios:
Lo habias podido gastar en.
1. una cuchilla de afeitar.
2. un evento apaga incendios (ahora que estas que ardes)
3. en tonterias en el supermercadeo visitando la chica del cabello suelto a ver si por fin dertinas esa excena inconlcusa.
Felicidades vendran muchos palos más, eso es consecuencia del buen trabajo.
Diego
Qué buen tono Don Gato.
Esta frescura, alegría y simplicidad me gustaría verla más a menudo en tus artículos. Ojalá vaya acompañada por una larguísima temporada haciendo eso que tanto te gusta, eso que tanto quieres.
Sigue comparándote contigo mismo para saber como vas.
Las comparaciones realmente odiosas son las que se hacen con los demás, déjalos a ellos a los demás, que las hagan, a ti que te resbalen.
Bueno, ya te gastaste la plata en educación. Algo muy sensato para gente como vos y yo. Los $13.000 te los gastaste en la cerveza que me gastaste.
Bueno, nos hablamos en la otra quincena.
PD. De acuerdo con Diego, piensa bien lo de la máquina de afeitar.
Pues yo tengo otro dicho y es "que me paguen por hacer lo que me gusta".
Chévere que estés encontrando un punto de equilibrio, que es un síntoma de que ya estás superando las pruebas que te puso la vida y que estás listo para afrontar las que vienen más adelante, en lugar de seguir año tras año en el mismo pantano.
felicitacoines no sólo por el millon sino por su sinceridad que habre mi conciencia, sabes yo todavia tengo la servilleta donde pintaste y firmada y todo. la voy a enmarcar. quien quita ese podra ser el primer billon.
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