En esta ocasión la frase de cajón “no lo vi venir” se cumple. Yo estaba acostado en la camilla con los ojos cerrados antes de convertirme en un alfiletero de mi nuevo bio-energético.
¡11 agujas! Puede que sean pocas, pero para una gallina como yo ¡son muchas!
Luego de pedirme que respirara profundamente, el médico me clavó rápidamente sus hipodérmicas herramientas de acupuntura por diferentes partes del cuerpo. La puntica no más. Sólo una me dolió mucho, es decir, mucho más que las otras, donde sólo alcancé a sentir el frío-fresco-mentolado de la mota de algodón.
Si me hubiera dicho que iba a jugar a los dardos conmigo, tal vez no hubiera aceptado este tratamiento inicial. Así que estuvo bien que me haya cogido a mansalva.
Los nombres chinos de los puntos terapéuticos determinados me resultan impronunciables y por supuesto inescribibles. Cuando abrí los ojos me impresionó ver la punta superior de tres de ellas que estaban en mis mejillas cerca de mi nariz. Volví a mi oscuridad para intentar relajarme.
¡11 agujas! Puede que sean pocas, pero para una gallina como yo ¡son muchas!
Luego de pedirme que respirara profundamente, el médico me clavó rápidamente sus hipodérmicas herramientas de acupuntura por diferentes partes del cuerpo. La puntica no más. Sólo una me dolió mucho, es decir, mucho más que las otras, donde sólo alcancé a sentir el frío-fresco-mentolado de la mota de algodón.
Si me hubiera dicho que iba a jugar a los dardos conmigo, tal vez no hubiera aceptado este tratamiento inicial. Así que estuvo bien que me haya cogido a mansalva.
Los nombres chinos de los puntos terapéuticos determinados me resultan impronunciables y por supuesto inescribibles. Cuando abrí los ojos me impresionó ver la punta superior de tres de ellas que estaban en mis mejillas cerca de mi nariz. Volví a mi oscuridad para intentar relajarme.
Luego, un aparato que sonó como grillo durante unos 15 minutos, mandó señales electromagnéticas para alinear las energías corporales que fluyen interna y externamente. Aunque se supone que yo estaba en línea a través de las delgadas antenas trasmisoras, no sentí ningún corrientazo.
Las sentí cuando me las quitó. Tal vez porque ya era consciente de lo que iba a pasar. Sugestión real. Cuando me levanté me sentí mareado; luego, relajado; luego, tranquilo.
Ahora, sólo es cuestión de creer.
3 comentarios:
pues mi buen amigo Marqués, cree, mi hermano me hizo una cirugía odontológica, oye biennnn SIN ANESTESIA, sólo puso agujas en sitios claves, y ya, ni siquiera sangré, claro yo lloraba de físico miedo y de ver a mi hermanito haciendo la cirugía, ten fe, me fue muy bien.
Ahh se me quedó en el tintero que cuando vi el título pensé que había sido otra cosa...
Yo fuí una vez y no volví pero porque era carísimo. La verdad yo me autosugestiono diciéndome que nunca me enfermo y cuando eso ocurre le toca descubrirlo al médico pero por exámenes más que por síntomas. Me va como bien con ese método, barato y recomendable.
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