miércoles, 15 de octubre de 2008

Efecto bufet

La comida dispuesta de esta forma en una mesa de hotel o un salón de eventos alerta al instinto del intestino por sobrevivir: ¡la presa está servida! Sale a flote el gen carroñero con que seguro también contamos. Ya no es el más fuerte el que tiene las de ganar, sino el que esté de primero en la fila de invitados. Igual, el último también recibirá, o mejor, se servirá su buena porción, b u e n í s i m a ración.

En un desayuno en que estuve este fin de semana, los jugos de varios colores, los cereales de diferentes sabores, los panes y sus similares, los huevos con todo lo que se les quisiera poner y la cantidad de frutas que quisiera probar, se aterraron ante una familia completa que arrasó con gran parte de ellos. Estoy seguro de que ese día no almorzaron ni cenaron; y si lo hicieron, ¡mis respetos!

A la señora, ya no le alcanzaba ni un pedazo más de jamón en los huevos revueltos y sin embargo logró apelmazar y retener el arroz thai con todas sus verduras. El señor eligió el calentado con fríjoles y a sus huevos les puso un arrume de maíz tierno y otro de champiñones. La adolescente parecía a dieta, así que mercó un pocotón de todas las frutas ofrecidas, y los tres buñuelos que cogió los atrancaba con los trozos de queso blanco que había más adelante. El niño se emocionó con los cereales así que se sirvió un poco de este, de ese, de aquél, del otro, del mismo, del de allá y del de acá, para cubrir cada uno de los dos platos con yogurt y con leche caliente. Tomaron chocolate, jugos, tinto y café con leche, que repitieron para bajar la llenura de la otra ronda de empanadas, arepas, bollos de yuca y plátanos maduros con que remataron la asonada alimenticia.

Yo también comí, no tanto, pero comí de todo un poco; eso sí, se me fue la mano con los kiwis.

Pensaba que tales oportunidades son la consumación del refrán que habla de la papaya servida. En ellas, hay que saciar un reflejo natural más fuerte que el hambre: ¡la venganza, el desquite, el descuento! Lo que vale una noche en un hotel de cinco estrellas o el costo del regalo y el vestido de la fiesta, ¡hay que compensarlo!

La vergüenza es lo único que nos detiene a dejar de llenar el plato. Aunque algunos, ya nos la comimos, y no estaba muy buena que digamos. Habrá que reclamarle al chef.
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3 comentarios:

Andrés Meza Escallón dijo...

¡Nada! Como dice el dicho "Papaya ponida(sic), papaya partida". Al que paga le van a cobrar igual si uno come poquito o mucho, así que si está bueno el bufete, pues ¡aprovechemos! :)

MAREÑA dijo...

De por Dios Marqués por qué me haces esto? si estoy a punta de frutas y verduras,nada de coca cola, ni tinto, me hiciste cambiar mi idea de dieta y quiero salir corriendo a comer mi hamburguesa con papas fritas y coca cola

K-milo dijo...

Vainas que uno aprende a las malas: No atragantarse en un buffet.

De verdad que es esa mezcla de "gen depredador" y de "no voy a ser tan marrano de perder la plata". Pero el peor ejemplo que conozco era cuando Pizzahut hizo eso de "Coma todo lo que pueda por"... En algun momento llegue a la casa y no podia dormir ni boca abajo ni boca arriba...