“Cuatro gatos” son un puñado de personas reunidas en cualquier parte para hacer algo. Raro el número (que no necesariamente es cuatro) y rara la referencia a los humanos-felinos. Mi hipótesis sobre el dicho popular es el número promedio de gatitos de una camada. Mientras encuentro otro origen, esta es mi propia versión: cuatro (exactas) historias (reales) de gatos (miau).
A Oscar le cortaron las patas traseras con una segadora de césped mientras tomaba su baño de sol, y un cirujano veterinario en el Reino Unido le implantó prótesis en el hueso, Itap, para devolverle la oportunidad de seguir gateando en sus vidas restantes.

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Las enzimas digestivas de los gatos civeta permiten que la pulpa de los granos de café Kopi Luwak, luego de expelerlos en sus excrementos y al momento de tostarse a mano, tome un sabor único, el cual puede disfrutarse en Londres a 100 dólares cada tasa.
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Un gato adicto a la napeta cataria, “catnip” en el bajo mundo felino, es de lo más divertido: un estado de inocente y transitoria euforia embarga a Melón cada vez que huele su hierba, y juega con la mayor excitación de la vida al cazar ratones rosados por doquier.
‘Contando’ n gatos…
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