miércoles, 1 de septiembre de 2010

Trancón urinario

Cuando hay trancón, el atravesado y afanado chofer de viejo bus intermunicipal que llevamos dentro toma control de nuestra mente y cuerpo. Y cuando llueve, el asfalto de las calles de la ciudad se convierte en velcro para las peludas llantas de los carros, volviendo lento el recorrido por una razón que supera a la precaución.

Qué sed.

La gente piensa que con sucesivos pitos, bullosas sirenas y agitadas manos por las ventanas, son capaces de empujar la tracalada de carros que están delante de ellos. Aparte de disfrutar la terapia intensiva de paciencia, en un trancón no hay nada más que hacer sino aprovechar el repetitivo ejercicio sobre el embrague para fortalecer el músculo de la pierna izquierda.

Un vaso de agua antes del desayuno.

Uno piensa en todas las cosas que podría estar haciendo en vez de estar en ese mojado trancón; en la excusa que va a decir para explicar el retraso; en las razones de por qué no salió media hora antes; en la urgencia verdadera que otros conductores puedan tener; en que habría sido mejor quedarse en cama en un frío y aguado día.

Un vaso_y_medio de jugo de naranja con el desayuno.

Es aburrido estar encerrado en el carro viendo llover a cántaros y rodeado de cientos de personas con un desespero acumulado por llegar temprano a cualquier lugar. No es sólo acelerar-frenar itinerantemente, sino que hay que estar en procura de que los demás hagan lo necesario para una conducción defensiva.

Una taza de café con el desayuno.

Un recorrido de siete minutos se convirtió en interminables 75 para cubrir la misma distancia con un tiempo anticipado más que necesario. Llovía copiosamente, tanto, como el mismo inmenso número de carros sobre la única vía disponible para llegar al lugar de mi destino. Parecía que un gran perro pastor guiara lentamente a todas sus carrovejas por el mismo sendero a las 6:50am.

Otro vaso de agua después del desayuno.

El tiempo pasa y no hay a quién reclamar. El ritmo lo pone el inconsciente conductivo. Lento, lento, lento. Llega un momento en que hay que intentar relajarse y dejar que la vida sincronice su cronómetro con nuestros pocos segundos de vida. Tarde o temprano, algún día llegaremos a nuestro destino, así sea el final. Reflexiones trascendentales en medio del estrés de la vergüenza del incumplimiento.

Llegué y me bajé del carro despacio.
Caminé lentamente por el dolor de la vejiga.
Nunca el baño había estado tan lejos.
Y oriné con la misma dicha de un orgasmo.
¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhh!

Obviamente llegué tarde, ¡pero con un alivio!

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9 comentarios:

Ivonne dijo...

El tráfico de hoy fue terrible y peor aún si para acabar de completar tu jefe llega más temprano que de costumbre, notando tu tardanza.

Lúthien dijo...

No sé que tiene la lluvia, pero nuestra necesidad urinaria parece aumentar y si de paso nos encontramos en un trancón es casi seguro que semejante prueba de resistencia, de por si angustiante, nos llega XD

MAREÑA dijo...

Un jefe que tuve decía hace mucho que no había placer más sexual que: orinar y cag...

Hernando Llano Ángel dijo...

Dario Esteban:

Muchas gracias por el marques de Carabas, que disfruto por su ingenio y profundidad.

Saludos,

Clara Inés Mojica dijo...

¡Excelente!

Un abrazo,

Mariposyta dijo...

Totalmente deacuerdo.... una orinada despues de aguantar un rato... produce tanto placer como un orgasmo!

Anónimo dijo...

Durante un trancon no hay nada mejor que tomar una buena siesta, pensar en algo, escuchar musica o leer algo para mandar la mente lejos de el cuerpo atrapado en ese sitio.

W.K.

Nibega dijo...

Para qué hablar más de los atascamientos en la via?
la descripcion esta apenas, y bueno, saludos mando ya que volvi por estos lados, espro montar algo pronto, por ahi estare mandando los avisos parroquiales.

Anónimo dijo...

Aaaaaaahhhhhh yo creí que era la única en el planeta que comparaba una meada de semejante calibre con un orgasmo.... ahhhhh se siente el cielo, la luna y las estrellas cuando eso pasa.
Uy, que capacidad en a vejiga tiene mi gato carambas... con todo eso que se tragó yo ya me hubiera orinado en los calzones llegando al jugo de naranja.
Un saludo.