miércoles, 25 de febrero de 2009

Efecto ascensor

Adivinanza popular: "Lana sube, lana baja".
Respuestas:
1) Una oveja en un ascensor.
2) La navaja.
Si a la adivinanza le agregamos "si se cierra no trabaja", efectivamente sería correcto decir la segunda respuesta.
De lo contrario, ¿por qué es la navaja?


Situación: una fila de 40 personas esperando a tomar el ascensor en el primer piso de un edificio público a las 8:00am.


¿Qué hacemos cuando se abren las puertas y salen los que recién bajan de esa chiva electromecánica?

Apresurarnos a entrar a como dé lugar, así diga claramente que la capacidad máxima es 10 personas, y que con nosotros serían ya 14. “¡Uno más no es problema!”, decimos, y hacemos lo posible por ganar el Tetris humano encajando entre los otros 13 en 1,2m de profundidad y 1,6 de anchura.

Con suerte, las tolerancias de la máquina permiten esa situación, y subimos apretaditos hasta el piso de nuestro interés.


Pero ¿qué pasa cuando estamos dentro, bajando desde el piso 10 los 10 de la carga máxima, y en el piso 7 se abren las puertas para recoger más urgidos pasajeros?

Inmediatamente le echamos en cara que "va lleno", que no alcanza "nadie más" y negamos la posibilidad de que más gente baje con nosotros. Ahora, con nuestro puesto asegurado, uno más sí es problema para el funcionamiento del aparato porque las condiciones técnicas así lo dicen y hay que cumplirlas.

Una vez más, el egoísmo se comparte cuando estamos en grupo, cuando sabemos que nos conviene por comodidad y facilidad, y es la decisión del pueblo, el mandato de la gente, la motivación colectiva, la bendita democracia la que nos lleva a pensar únicamente en nuestro favorecimiento mancomunado si la masa anima, pues yo 1) me quedo callado, o 2) apoyo la protesta porque sí.

El hecho es que ahora, misteriosamente, uno más no alcanza: "Que espere el otro ascensor"... "¡Qué tal, este!"... "¡Vaya y se caiga esta vaina!"... "Qué irresponsable"...

Mientras yo esté bien, me convenga, ¡suerte, con el otro! ¡Me hago el loco! Esa es desafortunadamente nuestra cultura.

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4 comentarios:

Carmen Posada dijo...

Cuando uno está pasado (pasadísimo) de peso como ha sido mi caso durante un largo tiempo, aprende algo muy sencillo. Siempre llegar temprano a las citas para poder esperar a tomar un ascensor de primero en la fila y que nadie le venga a uno con el cuentico: "noooooo si la gordita se sube ahí si nos matamos!!!"

Y si la cosa es de bajada, siempre prefiero las escaleras, de bajada no cansan y me evito la mirada inquisidora y casi en pánico de los otros 9 pasajeros del ascensor.

Ahora que si me preguntan sobre el tema del espíritu democrático del asunto, pues ahí si me toca doblarme de la risa... espíritu democrático! jaaaaaaaaaaaaaaaaa en Colombia... jaaaaaaaaaaaaaaaaa más bien vaya lea en mi blog lo que escribí sobre Acción Social para que vea por donde les llega el espíritu democrático a mis vecinos de Santa Mónica.

jajajajajaja

Anónimo dijo...

Muuuuuuuy bueno.

Me gusta esta critica!!!

Chao

Albita

Andrés Meza Escallón dijo...

Me gustó la imagen del tetris humano... :)

Por otro lado, el objetivo de la educación ciudadana debería ser que cada persona cumpliera las reglas porque es consciente de la importancia de su cumplimiento y no por temor a un castigo, además de que estas se deben cumplir siempre y no sólo cuando me convenga. Como quien dice, hay muuuuucho por hacer en ese frente... :S

MAREÑA dijo...

jejeje me hiciste esbozar una sonrisa, mea culpa